Bernardo Cappa: Los Rocabilis y Amor a tiros


“El teatro es un espacio poético”

Figura clave de la escena alternativa, abandonó las formas tradicionales de la escritura para privilegiar el trabajo de improvisación con los actores. Prueba de este cambio de perspectiva son sus dos últimos espectáculos: Los Rocabilis y Amor a tiros.

Nacido en Bahía Blanca en 1969, prolífico como pocos, Bernardo Cappa dejó la actuación para dedicarse de lleno a la dirección de sus propios textos, que produce sin pausa desde hace algo más de una década. Las obras que lo hicieron conocido en el ámbito del teatro alternativo lograron distinguirse de las escritas por dramaturgos de su misma generación, tal vez por haber sido compuestas desde un singular lirismo, lindante con lo barroco, como ocurre en sus obras Olvido, Herida o Pradera en flor. Críptico y experimental, Cappa también produjo obras como La res o Coágulo. Tiempo después, la comedia –de enredos lingüísticos, como en El aliento y “de puertas”, como en La funeraria– fue el formato que eligió privilegiar. Pero los modos de concebir sus obras ya no son los mismos: Cappa parece haber abandonado las formas tradicionales de la escritura para volcarse de lleno a concretar sus piezas tomando en cuenta, a rajatabla, el trabajo de improvisación con el actor: “Ya no escribo antes de comenzar los ensayos –confirma en una entrevista con Página/12– sino que ahora, lo que queda escrito en el papel es una traducción de lo escrito en el escenario”, afirma el autor.

En estos días, dos obras suyas subieron a escena: Los Rocabilis, en el Abasto Social Club (Humahuaca 3649), y Amor a tiros, en El Camarín de las Musas (Mario Bravo 960). Dos comedias jugadas: en el primer caso, por un grupo de músicos de rock que vuelven al que fue su colegio secundario 18 años después de recibidos, para ofrecer un recital. Actúan Aníbal Gulluni, Pablo Navarro, Fabricio Rotella, Martín de Goycoechea, Adrián Galo Ontivero, Sebastián Mogordoy, Maia Lancioni y Mariano Clemente. En el segundo caso, Lorena Vega, Celina Font y Sebastián Mogordo abordan situaciones de humor a partir del operativo policial que involucra a un cabo y dos agentes femeninos, un trío que aparece, a su pesar, entrelazado sentimentalmente. Si en Los Rocabilis los personajes “habitan sus soledades con la metáfora del rock como ideología vencida”, en Amor a tiros queda “la resaca amarga de haber mezclado sentimientos”.

–¿Cómo describiría los cambios operados en su dramaturgia?

–Ya no escribo antes de comenzar los ensayos. Nos hemos encontrado un grupo de actores, lo cual genera un gran conocimiento previo. Entonces les comunico una imagen y si bien ese primer estímulo no se convierte en obra sino que se transforma, esa primera imagen cede a la lógica de los ensayos. Esta forma de trabajo hace que ya no me preocupen los procedimientos lingüísticos sino la fidelidad a lo que demanda la escena. Esto me ocupa totalmente: sé que debo estar muy atento a lo que sale y eso es una gran responsabilidad porque debo decidir lo que sirve y lo que no.

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