Antonio Grimau y Joaquín Furriel: El reñidero


Nota del 23 de abril

Antonio Grimau y Joaquín Furriel: galanes y compadritos

Son padre e hijo, dos guapos de Palermo, en "El reñidero" de Sergio De Cecco, que dirige Eva Halac. Aquí reflexionan sobre los alcances de esa obra, que se estrenó en el Regio, y defienden las posibilidades que les otorgó lucir su pinta en las telenovelas.

La pinta ¿es lo de menos? A estos dos actores, pertenecientes a distintas generaciones, la "facha" les abrió camino. Claro que no son sólo una cara bonita. Pero el porte varonil, los ojos y la mirada, y la voz seductora fueron armas que les facilitaron un lugar en el medio artístico.

Antonio Grimau y Joaquín Furriel son dos de los protagonistas de El reñidero, de Sergio De Cecco, dirigida por Eva Halac, pieza teatral que se estrenó la semana pasada en el teatro Regio (Av. Córdoba 6056). Además de compartir el escenario en esta obra y de haber coincidido en trabajos anteriores (Soy gitano en televisión, Un guapo del 900 en teatro), tienen otros puntos en común. Los dos son sureños: Grimau nació en Lanús, Furriel creció en Adrogué. Los dos se proyectaron como lo que son desde allí; miraron a la Capital como el lugar al que había que venir para empezar a creer que sus sueños eran posibles. Apostaron a la profesión y les fue muy bien. Las pruebas, a la vista.

"Tenía mucha vocación. Empecé a estudiar teatro en el colegio y mi profesor era el mismo que dirigía la Comedia de Almirante Brown. Era un grupo amateur que trabajaba de modo profesional, con mucha exigencia; estrenábamos una obra por año. Actuábamos en clubes, sociedades de fomento, teatros de la provincia... Mi hermano jugaba al fútbol, mi primo era tenista y mi deporte era el teatro", repasa Furriel, egresado del Conservatorio de Arte Dramático. Recuerda que con su grupo de Adrogué, venía a la Capital a ver teatro. "Una de las primeras obras que vi fue Los invertidos. Y hoy no puedo creer estar trabajando con Antonio", asegura. Los invertidos -de José González Castillo, dirigida por Alberto Ure- fue un hito en la carrera de Grimau.

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