Javier Delgado: El show de Harry Strunk


Televisión basura

“La puesta y los personajes reflejan críticamente mucho de lo que hoy consumimos en nuestra televisión”, afirma el director de la obra escrita por el estadounidense Dennis Weisbrot.

La madre de la coconductora irrumpiendo en el estudio, una columnista supuestamente especializada en teatro que nunca vio una obra, un médium homosexual que se enemista con todos los que lo consultan, un oficial de alto rango que desembucha los secretos de la política exterior estadounidense. Todo puede pasar cuando se prende la luz roja de la cámara que graba El show de Harry Strunk, un programa de televisión tipo “talk show”, que es transmitido desde una pequeña señal de cable de una comunidad rural norteamericana. Ese es el eje de la obra homónima, escrita por Dennis Weisbrot, que el director Javier Delgado presenta los viernes a las 23 en Liberarte, Corrientes 1555. En tono de comedia satírica, la pieza hace una feroz crítica del tratamiento que la televisión de Estados Unidos da a esos y otros temas, y a cómo el resto del mundo se organiza en torno a ese consumo.

“El show de Harry Strunk es una ventana para entender como unos pocos pueden entretenerse con toda una humanidad, una crítica sobre el manejo de diversos aspectos por parte de Estados Unidos, que incide radicalmente en su sociedad y en el resto del mundo”, dice a Página/12 el director. Protagonizada por Laura Faienza, Guillermo Jáuregui, Julio Nelson Segré, Lucya Escot y Milagros Martino, la obra habla de las sectas religiosas, la política bélica del Gran Imperio, la crianza de los niños, las madres judías, los libros de autoayuda y el teatro alternativo, entre otros temas, que son abordados a partir de diversas entrevistas con especialistas en el marco del programa de televisión, que es conducido por el viejo y cómplice Harry Strunk.

“La crítica que realiza la obra es sobre el abordaje de estos temas, que deberían ser tratados con mayor seriedad y no con la falta de respeto con la que se los toma. Creo que todos los actores sociales de todos los países, enceguecidos por alguna ambición, en cierto momento dejan entrever el poco reparo con el que los tratan, en pos de lograr un objetivo que alimente a sus propios intereses. Justamente en eso es donde El show de Harry Strunk coloca su lupa y su burla”, afirma el director.

–¿Cree que la televisión y la sociedad argentinas también pueden verse reflejadas en esta sátira, más allá de que sea una parodia a los programas estadounidenses?

–Sí, totalmente. La puesta y los personajes reflejan mucho de lo que hoy consumimos a través de los diferentes programas de nuestra televisión. Es más, para la dirección y puesta en escena de esta obra no sólo he observado programas norteamericanos sino también nacionales.

–¿Y cree que hay un Harry Strunk argentino?

–(Risas) Sí, varios, y de hecho hay partes de muchos de ellos encerrados en la construcción de este Harry Strunk...

–¿Cómo fue el trabajo con el actor Julio Nelson Segré en la construcción de su propio Harry Strunk?

–Fue realmente muy arduo. Mi idea no era gestar a un simple conductor. Este debía tener ciertas características y ser seje y sostén del ritmo propio que este programa debía tener. A todo esto había que sumarle su capacidad de sobreponerse a todas las situaciones que sus invitados y su secretaria lo iban a exponer, algo que no debía hacerle perder la paciencia en pos de mantener la transmisión. Fue todo un desafío para ambos, ya que no es una obra de entretenimiento simple.

–La secretaria del programa encierra cierto estereotipo de mujer linda y sensual, como las que se ven en la televisión. ¿Cómo trabajó ese rol con la actriz?

–Lola Lips cumple con todas las cualidades de una secretaria que podemos ver en cualquier programa de televisión. Es sexy y persuasiva. Pero ella quiere escalar posiciones e intenta quedarse con la conducción del programa. Con la actriz Milagros Martino trabajamos para mostrar a una mujer enérgica, con ganas de gritar a los cuatro vientos que ella puede ser mucho más que una muñeca que lo único que hace es mostrar diferentes poses. Así, durante toda la obra demuestra su poderío y carácter denotando a una mujer dispuesta a todo para seguir evolucionando y ocupar el lugar que se merece dentro de un medio y una sociedad que la cosifica.

–A propósito de la televisión, ¿qué diferencias centrales encuentra entre este medio y el teatro, en relación a la formación de identidades de una sociedad?

–Hoy por hoy, salvo algunas excepciones, la televisión cumple más con el rol de entretener y en consecuencia la sociedad se identifica con quién o quienes lo entretengan mejor. Por otro lado, el teatro opera como una lupa sobre los comportamientos, las contradicciones y los grandes conflictos del ser humano. Además, propone todo un ritual y una movilización para aquel que elige salir de su casa y abrir sus emociones e imaginación.

Fuente: Página/12

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