Paola Krum y Diego Peretti: La chica del adiós


Comedia y romance

Con La chica del adiós regresa un género poco atendido por el teatro; se estrena pasado mañana, en el Metropolitan Citi, con Paola Krum y Diego Peretti, dirigidos por Claudio Tolcachir

La chica del adiós es un texto de Neil Simon (en tren de asociaciones un tanto exageradas, algo así como el Shakespeare de las comedias livianas). En 1977 se estrenó su versión cinematográfica, que protagonizaron Richard Dreyfuss y Marsha Mason. Por su trabajo, él obtuvo un Oscar y la película infinidad de premios y más elogios. Algunos medios la llegaron a definir como una de las mejores comedias puras desde la época dorada de Hollywood. Otros, afirmaron que era un agrio y, a la vez, jovial viaje al centro de las neurosis urbanas.

Comedia romántica en estado puro con Nueva York como marco escenográfico, la trama cuenta los sinsabores (o los agrios y dulces sabores) de una madre y su hija adolescente que, de la noche a la mañana, se topan con una carta que les avisa que la pareja de ella se marchó de la casa en busca de algún futuro perfecto. De paso, de una mañana a una noche lluviosa, las dos tendrán que compartir el departamento con un actor desconocido. En la película, al final, sonaba una canción que, en su momento, se la escuchó por todas las radios. Se llamaba, lógicamente, La chica del adiós. El combo marcó una época.

Con muchas aguas bajo aquel puente, esta historia de perdedores que no están dispuestos a tirar la toalla se estrenará pasado mañana en el Metropolitan. Lo dirige Claudio Tolcachir y lo protagonizan Paola Krum y Diego Peretti, junto con Gipsy Bonafina y Lucía Palacios.

Cuando a Krum le propusieron el personaje, lo dudó. Antes de tomar una decisión, venciendo a su propia timidez, llamó por teléfono a Tolcachir, el padre de La omisión de la familia Coleman. Ni lo conocía más allá de los saludos de rigor en medio de un hall, pero le interesaba saber el motivo por el cual formaba parte de ese proyecto. Antes de discar tenía en claro dos cosas: quería trabajar con él y quería compartir escena con Diego Peretti, a quien tampoco conocía más allá de los típicos saludos de esos típicos eventos sociales que ella intenta evitar. Después de esa charla, ella se sumó al proyecto. En verdad, cuando lo llamaron a Tolcachir también se sorprendió. "Nunca me imaginé que podía dirigir una comedia romántica -reconoció en otra nota hace cosa de un mes-, pero va queriendo."

Cuando Adrián Suar -uno de los tres productores del espectáculo- llamó a Diego Peretti, inmediatamente aceptó. "Soy una fanático del cine yanqui de los años 60 y 70. Me gustaban mucho las películas de Di Palma, Scorsese o de Coppola. Las comedias románticas no me iban tanto, salvo dos excepciones que vi la misma cantidad de veces que Taxi driver: La chica del adiós y Permiso para amar hasta medianoche. Por eso no dudé apenas Adrián me lo propuso. La historia tiene una ternura simple, directa. Valores que son tan políticamente correctos que uno podría mirarlos con cierta desconfianza, pero no."

Peretti, que en estos momentos se ve en medio de los estrenos de las películas Showroom y Sin hijos, que también protagoniza, volvió a ver el film hace pocas semanas. "Ya no me sorprendió tanto", reconoce sin dar muchas vueltas. Ella, que nunca lo había visto, se sacó las ganas antes de comenzar con los ensayos. "Lo noté un poco viejo...", reconoce sin dar otras vueltas. Peretti, mientras se toma algo en un bar, sigue: "El trabajo de Marsha Mason en la película es muy light, hace algo muy glamorosamente hollywoodense, pero un tipo de glamour que ya quedó viejo. En cambio, Paola lo está haciendo mucho mejor. Dramáticamente el panorama de su personaje es muy desesperanzador, tiene ese pesimismo típico de las personas que ya pasaron por otras historias de amor a las que les es muy difícil volver a entregarse. Claro que, cuando lo logra, se abre a la misma ilusión con la ansiedad de la primera vez".

El personaje de Peretti es un militante del optimismo. Es un actor que llega a la Gran Manzana en medio de una noche de tormenta irrumpiendo en el cotidiano de esa madre recién abandonada que vive con su hija adolescente. "La combinación de esos dos temperamentos funciona en un tipo de escritura sin pretensiones y con una estructura dramática perfecta sin renegar de la cosa romántica que está en la obra", cuenta el gran simulador.

En ese aspecto, montar esta obra tiene algo de provocador frente a esa cantidad de obras de la escena comercial que parecen escritas para provocar a la clase media y confrontarla con paradojas (o supuestas paradojas) vinculadas con lo social, lo político y los conflictos de clase. Radicalmente, éste no es el caso "Dentro del panorama teatral es interesante, porque, generalmente, las obras te invitan más al golpe, a la transgresión, a pegar en lugares determinados -apunta Peretti-. Sin embargo, estoy convencido de que esta obra la tiene que pegar". Parte de ese confianza los dos la depositan en el texto de Neil Simon, un autor tan clásico en lo suyo como cualquier clásico de clásicos.

Claro que la confianza en el texto de la que hablan forma parte de un todo en constante proceso desde el primer día de ensayo. A Paola Krum la mayor dificultad de este camino fue su corto trayecto. La chica del adiós contó con seis semanas de ensayo, no más. ¿Todo un síntoma de las condiciones de producción en las que trabaja la escena comercial, aunque, como en este caso, la obra cuente con tres productores de peso? Puede ser. "Desde el principio tuve la sensación de que los ensayos estaban por terminar", cuenta, casi en estado de vértigo. Pero, claro, son profesiones. O más que eso: gente, actores que necesitan actuar, que necesitan probarse en otras aguas por fuera de terrenos ya transitados. En ese plan llegaron al primer ensayo con el texto aprendido. "Diego apareció y ya era un torbellino. Desde el primer día jugamos y eso estuvo bueno", apunta Krum, una militante del perfil bajo, de hablar mirando a los ojos. Ese primer día llegó lidiando con su propia timidez de encarar un nuevo proyecto con gente con la que no había trabajado antes. "Es medio hinchapelotas eso de conocer gente nueva -apunta, desde la honestidad brutal y con cierta ironía, Diego Peretti-. Al principio eso me ponía nervioso, pero esta vez no. Si de algo me sirve la experiencia es para tratar de concentrar la energía en lo que siento que suma y tratar de pasarla bien con la profesión. Todo eso se dio, la dinámica creativa grupal funcionó y siempre tuve ganas de ir a los ensayos."

Esa dinámica del trabajo hizo que en la historia de esta ya no tan chica (el personaje de Krum ronda los 40) la música jugara un papel importante. "La música persiste e insiste durante toda la obra", cuenta ella. En distintas escenas, los dos cantan ("lo mío, claramente, son ladridos", apunta él) como si fuera una extensión dramática de los personajes. Igual, aclaremos, no se escuchará la canción "La chica del adiós", ese famoso tema (famoso para los que tenemos cierta edad) que cantaba David Gates. A lo sumo sonarán melodías de jazz y blues en formato casi íntimo para colarse en la intimidad de esta familia disfuncional definida por una abrupta partida y una abrupta llegada.

LA CHICA DEL ADIÓS

Metropolitan Citi, Corrientes 1343

Funciones, miércoles y jueves, a las 20.30; viernes y sábados, a las 21, y domingos, a las 20.

Fuente: La Nación

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