No inventes lo que no quieras que exista


Una obra poco convencional

Teatro.En una cúpula de un edificio del microcentro porteño, se presenta “No inventes lo que no quieras que exista”.

No es una obra de teatro convencional y tampoco el espacio es el tradicional. No inventes lo que no quieras que exista es una experiencia teatral. Por empezar, todo sucede en la cúpula de un edificio en el microcentro porteño. Ahí, en las alturas del Edificio Bencich (en Diagonal Norte y Florida) se abre un mundo a través de textos de Silvina Ocampo. Como espectador, más que presenciar, uno está metido en esos microcosmos de tiempo y espacio habitados por los personajes que recrea la actriz Florencia Carreras basados en los de la escritora.

La llegada ya predispone para algo fuera de lo habitual. Cada espectador deja su número de documento como seña para ingresar al edificio. En la calle, fantasmas y sombras. Una vez en el piso diez, las cúpulas iluminadas de la zona se descubren como destapadas por un velo y uno se da cuenta de lo poco que miramos hacia el cielo. La maravilla de esas construcciones iluminadas se meten en la trama. Y ahí comienza el relato que llevará a un grupo de espectadores por pasillos, escaleras y cuartos descascarados con vistas a una ciudad casi desconocida.

En ese espacio (de día, en otra dimensión) funcionan los Estudios Caracol, pero los viernes (a las 21), cuando hay función, el viaje es hacia lo inquietante. Los relatos de Anabel Dosplaff (como una alter ego fantasmal de Ocampo) y el violín en vivo de Eugenio Chuke Estela guían y acompañan a los espectadores por ese laberinto literario y teatral.

Carreras se ocupa de recrear, basado en los cuentos de Ocampo, cinco historias: cinco mujeres, una en las antípodas de la otra, pero con la necesidad en común de llenar el vacío existencial y de ser amadas. Está la chica "naif" y obsesionada, la envidiosa, la resentida disfrazada de santurrona, la loca y la prostituta. Todas viven al borde, están fuera del sistema y la buhardilla en la que buscan refugio, en las alturas de la ciudad de la furia, no alcanza para esconderlas. El dolor las deja expuestas, las acorrala y los espectadores llegan a sentir esa incomodidad cuando no encuentran dónde "ubicarse" en ese espacio sin límites. El punto de vista de cada historia dependerá de esa ubicación. Teatro, literatura y arquitectura conviven en esta propuesta que tiene el valor de no parecerse a nada de lo conocido.

Fuente: Clarín

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