Paraísos artificiales


Buen contrapunto

Una mujer de alta sociedad se presenta en el departamento de la amante de su marido. Esta última tiene fotografías comprometedoras del hombre. Lo que antes era un affaire se ha convertido en extorsión. Ambientada en la década del setenta, en un clima de violencia y de represión, Paraísos artificiales es una cacería entre una poderosa fiera y una presa frágil.

Resulta arduo e incómodo para el espectador el sostenido clima y tono de la historia dado que un personaje somete a otro a una constante e ininterrumpida humillación. Esto habla de la sólida construcción de un texto crudo, a cargo del realizador José María Paolantonio, y de un atmósfera de opresión revelada a través de un juego de contrapuntos que edifica el director Sergio Pavlovic.

En un escenario de pequeñas dimensiones, una cama redonda gobierna el espacio. Este hecho destaca la personalidad de la protagonista, pero, al mismo tiempo, les quita a las criaturas posibilidades para desplazarse. Lili Popovich brilla con ese personaje tan rico como despreciable, una mujer resentida en busca de revancha. La actriz logra quebrarse por ínfimos instantes, segundos que bastan para comprender que el móvil de su acción no sólo tiene que ver con lograr un rédito económico, sino que está además impulsado por el desamor. La acompaña Danu Flores, quien sostiene de manera estoica a un personaje torturado, y que, pese a su falsa moral, es la única víctima de esta venganza.

Fuente: La Nación

Funciones: viernes, a las 21.30 / Sala: El Piccolino, Fitz Roy 2056

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