Hernán Piquín


"Trabajé para que se fijaran en mí"

El bailarín reparte sus días entre Showmatch y el teatro, donde acaba de estrenar el espectáculo Signum, con el sello del
Cirque Du Soleil.


Hubo un tiempo en el que las aspiraciones profesionales llegaban a un punto y luego había que dedicarse a, en el mejor de los casos, conservar lo conseguido, y en la mayoría, a disfrutar de los logros del pasado. Hoy, lo que parece marcar el horizonte de cualquier profesión, al menos en las relacionadas con las artes, son los nuevos desafíos o retos, en palabras del bailarín de ballet, y ahora también artista de un espectáculo con artes circenses, Hernán Piquín. "Lo que me mueve a decir que sí a la propuesta de Signum es el reto de tener que aprender circo, ensayar cosas que no son bailes. Si bien bailo también en la obra, lo que más hago es colgarme, volar y todo eso", describe el artista.

–¿Hacés trapecio también?
–No, cintas nada más. Me cuelgo, me enrollo. Y el espectáculo cuenta un poco la historia de este personaje que no se sabe qué está viviendo, si su muerte, su resurrección, su vida (ver recuadro). Este personaje va siguiendo señales, signos que se le van presentando, hasta que termina en el mundo de estos otros personajes que lo adoptan en este circo. Yo hago la parte de la oscuridad del espectáculo. Tuve que practicar cinta, vuelos, porque en el show tenemos un dúo con Cristian, otro artista de circo. Tener que aprender circo, ensayar cosas que no fueran bailes, me encantó.

Se suele decir, también de un tiempo a esta parte, que los cuerpos hablan. Pero, ¿hablan los mismos idiomas? De otra manera: ¿los lenguajes corporales del circo y la danza, son compatibles, se pueden traducir el uno al otro? "Podés tener la suerte de conocerte con ese partenaire ese día, pegar onda y decir: nunca me manejaron así en la vida; o te puede costar y tener que ensayar muchas horas hasta llegar a conocerse", dice Piquín.

–¿Vos sos de los que tiene la suerte de pegar onda enseguida o tenés que ensayar mucho?
–Yo apenas toco a la bailarina sé si es dura o no, si los cuerpos se van a entender. Y eso es buenísimo.
–Y si no se entienden, ¿por dónde empezás a trabajar?
–Tuve la suerte de trabajar con gente que era súper dúctil en ese sentido. Pero si no se da, trabajás la confianza, eso es importantísimo: confiar en el partenaire, confiar en que si te vas a tirar te va a agarrar, etc. Más para las bailarinas, que vienen corriendo y el bailarín tiene que, con una mano, levantarla de la cola y ella no está agarrada de ningún lado, sólo por el bailarín y tres metros arriba. Como los chicos que se agarran de la cabeza y hacen la vertical. Se tienen que recontra conocer, porque tenés que confiar cien por cien en tu partenaire.
–¿Y cuán distinta es la técnica de la danza a la circense?
–Lo que tiene la danza es que te prepara para todo. Te prepara el cuerpo para recibir todo tipo de información. Si vos sos conciente de tomar pasos de danza en el cuerpo también te pueden pasar otros pasos que enseguida los agarrás. La danza te ayuda muchísimo a tener noción del cuerpo, del movimiento y del espacio. Pero nada que ver con lo del circo. En el circo por ahí necesitás usar otras fuerzas, otros músculos, en la danza no te colgás, por ejemplo.
–¿El manejo del espacio y el tiempos es similar?
–A mí me funcionó bien el manejo de la danza. Obviamente que un espectáculo de ballet o danza es un territorio conocido para mí pero estar bajo la coreografía y la dirección de Andrea Candela, como sucede con este espectáculo, facilitó la cosas. Ella, que fue la directora del Ballet Argentino (de Julio Bocca) durante muchos años, se encargó de "limpiar" el show para que sea todo más ágil y más prolijo. Que se entre de una manera y se salga de la misma, no que cuando terminés un ejercicio te vayas caminando como si fueses a tomar el colectivo.
–¿Y qué es lo que te resultó novedoso, algo que te haya sorprendido en ese manejo del cuerpo, respecto a la danza?
–No estuve en los momento de creación o de limpieza. Hoy veo que el espectáculo es muy parecido al ballet, está todo muy prolijamente cuidado, las entradas de los artistas, cómo se cuidan las caídas, las bajadas de las telas, las sogas, los aros…

Y Piquín nombra a todo el elenco, detalla la música en vivo, la iluminación, los 45 artistas, casi todos argentinos, pero también de "Canadá, Londres, Brasil, que ya han trabajado con el Cirque Du Soleil", y que eso le da la posibilidad de "crecer y aprender".
En el relato de su biografía hay mucha satisfacción, aunque eso no implica que no haya momentos amargos, algunas frustraciones, lo que recorre a la mayoría de las vidas. "Fue lo que tenía que ser –dice sobre su paso y salida del Teatro Colón–. De lo que sí me arrepiento es que yo entré a los diez años al Colón, con un sueño de pertenecer siempre a ese lugar que a mí me enseñó a bailar, y eso es lo que me duele: que haya personas que hace 20 años que están y que nunca bailaron y que nunca se presentaron y que siguen cobrando y tomando un lugar. Hay bailarines que no van nunca al teatro y cobran un sueldo y ocupan un lugar. Y que a mí, que había ido (a California) por un contrato, que iba a volver al Colón a bailar, me hayan hecho renunciar, me duele. No pertenecer a ese Colón que siempre quise pertenecer, ser. Pero me fue súper bien en Estados Unidos, me eligieron como acá en Argentina, el bailarin del año en San Francisco. Después me fui a Italia, estuve tres años, y seguramente sin todo eso no podría haber hecho los años de gira que hice con Julio Bocca, la película de Leonardo Favio (Aniceto), quizás no tendría el tiempo para hacer estos espectáculos. Pero cuando me fui a vivir afuera no lo busqué: estaba en el momento indicado en el lugar justo. La única meta que me puse en la vida fue ser primer bailarín del Colón. Desde los cuatro años, que les dije a mis viejos que quería hacer eso. Lo logré, y todo lo que me vino después fue de regalo. Aunque claro que trabajé para lograr que alguien se fijara en mí.

–¿Y cómo se hace cuando concretaste tu gran sueño, acaso el único verdadero?
–Trato de que todos los días en mi vida sean sueños a cumplir. Me despierto y digo: ¿hoy qué me toca? Hoy tengo ensayo, bueno, que sea el mejor ensayo. Trato de tomarme la vida así, creo que no me fue tan mal, creo que soy un tipo súper privilegiado de poder vivir de lo que amo hacer, comer de lo que amo hacer, y hoy en día –como está el mundo– tengo que ser un tipo súper agradecido por lograr lo que logré. Aparte de todo el apoyo de mi familia ya que a los diez años estaba en la escuela primaria y en el Teatro Colón y les tenía que decir a mis compañeros "soy bailarín" así que imaginate las cargadas. Y la secundaria, ni te cuento. Siempre tuve apoyo. Cuando dije: "Mamá, tengo una beca para ir a Londres". Me respondió: "te tenés que ir, hijo". Y estuve un año solo a los 16, en pleno tiempo de los cabezas rapadas y los punk que se agarraban a trompadas. A los 17 me fui a París. Es una carrera hermosa; tenés muchos obstáculos pero es una carrera que te da esta felicidad de estar arriba de un escenario. «



"no me gusta lo mediático, el conventillo"
Hernán Piquín estuvo años sorprendiendo al mundo de la danza con su talento, pero para el gran público argentino existió a partir de Bailando por un Sueño. "Me estaban llamando –rememora– cuando todavía estaba bailando con Eleonora (Cassano) en la compañía de Julio, y no me daban los tiempos. Cuando terminé les dije que sí. Me dijeron:'Bueno, vas a bailar con Noelia Pompa'. La googleé y pensé que me equivocaba. Y me dijeron que sí, que sufría de enanismo. Les pedí un día para hablar con ella, quería saber si quería bailar en serio o quería ser mediática, porque yo mi carrera no la iba a bastardear. Y ella en ningún momento fue mediática, ni se zarpó, ni entró en líos, nada. Quería que eso sirviera para esos chicos y esa gente que se siente discriminada. Yo viví toda la vida bullying: el puto bailarín. Todos sabemos las condiciones que tenemos. Ella sufrirá de enanismo, otros sufren otras cosas, así que si ves con los ojos del alma, dejás de discriminar: no existen enanos, judíos, negros, nada. Sos uno más. Y el primer año que hicimos con Noelia Bailando fue de inclusión en la sociedad, porque era de una persona que la sacaban de todos lados, no le daban trabajo fijo porque era enana. Ya el segundo ´Bailando´fue de aceptación: nadie le decía 'enana', éramos Noelia y Hernán. Hice todo lo posible para que no se notara la diferencia, bajarme a su estatura... Me parece que fue genial porque hoy en día está protagonizando Stravaganza, junto a Flavio (Mendoza), y me parece que lo logró: ya brilla por sí sola.

–¿Qué te dio a vos Bailando?
–Me enseñó. Bailar con Noelia me hizo ver el mundo desde sus ojos, desde su discriminación y desde su altura. Y me dio popularidad, que a veces el ballet no te da; el poder entrar a la casa de todos. Quizás gente que no podía o no puede pagarse una entrada para ir al teatro me ve y le despierta el interés. Yo empecé a bailar porque había un programa en ATC que se llamaba Noches de gala, que eran funciones que grababa ATC y las pasaba los miércoles o los jueves, y me quedaba hipnotizado mirando eso. Hoy en día estar en televisión y quizás poder despertarle a algún chico las ganas de bailar, es devolver lo que a mí me pasó. Está buenísimo ser popular. Y usar esa popularidad y la pantalla y quizás la imagen que te arman, o tu imagen, para poder ayudar, es lo mejor.

–¿Cuál es la diferencia entre un camarín de ballet y de Bailando?
–Para mí es el mismo camarín. Es la energía que le pongo, y la disciplina que tengo. Si es mala la energía exterior, que sea exterior. Con mi compañera Cecilia Figaredo en el camarín tenemos la misma energía. Soy una persona que no me meto en quilombos, no me gusta lo mediático, el conventillo. Si quieren armarlo, que lo armen, yo no me meto. Estoy muy enfocado en lo mío y lo que quiero hacer. Y lo que quise hacer siempre.



"quería un show que reflejara una historia real"
POR SEAN MCKEOWN (*)

El espectáculo nació de una reflexión: quería escribir un show que pudiera reflejar una historia humana real. Y hablando con un colega amigo que me contó de una mujer que conocía, que siempre estaba siguiendo señales, se me ocurrió que esa podía ser la historia. Así que me puse a buscar un poco de talento en Argentina, talento de circo, sabiendo qué tipo de nivel teníamos y quiénes estaban disponibles. Al mismo tiempo pensaba en los nombres para personajes principales, que son más específicos, y qué tipo de número quería que tuvieran dentro del show, y cuál era su disponibilidad, además del tipo de compatibilidad que podían tener con los artistas argentinos. En ese proceso se me ocurrió que Hernán Piquín podía ser uno de los personajes principales, como el contrapunto en una historia que es una lucha de fuerzas de luces: él podía ser el contrapunto de lo bueno. Además es muy fácil trabajar con él. Era nuestra posibilidad de integrar a alguien que fuera de la danza y que pudiera incorporar algunas habilidades de circo, porque Hernán físicamente es muy capaz. Su experiencia nos aportó un montón de cosas nuevas, al igual que Gerardo Gardelín, que viene de hacer mucho teatro musical, o Marcelo Péndola, que hace revista. Eso nos dio la oportunidad de mezclar experiencias, que era una mis búsquedas: la mixtura es algo que me encanta.

(*) Director de Signum y uno de los directores del Cirque Du Soleil.



gran despliegue
Signum, con más de 40 artistas en escena narra la historia de una mujer que es atraída por un hombre joven y fuerte que proviene de la oscuridad (Piquín). El intenta seducirla demostrando que es invencible e inmortal. Con música compuesta y dirigida por Gerardo Gardelín.


Funciones
Signum se presenta de miércoles a domingos a las 21 hs en El Nacional, Corrientes 960.

Fuente: Tiempo Argentino

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