Pangea


La metáfora de Katz

Hace apenas unos trescientos millones de años, la Tierra era notoriamente diferente en su conformación de los continentes y océanos. Un único bloque continental de gran tamaño y denominado por la cultura Pangea fue el origen de todo. Sobre esto se asienta el espectáculo escrito y dirigido por la directora cinematográfica Ana Katz, quien se sirve de él para poder referirse a una última transformación del planeta, que si bien no es física no es menos impactante: la era virtual y su correspondiente "aldea global", que unifica, por lo menos en teoría, al planeta todo (recordemos que el prefijo "Pan" significa todo mientras "Gea" suelo, tierra). Esta nueva Pangea digital es la excusa para que Katz ponga en escena un viaje de un personaje desterrado interpretado por Jimena Anganuzzi.

En términos argumentales podría señalarse que por una situación deshonrosa, una joven es lanzada al mundo a vivir en culturas desconocidas, a vincularse con familias ajenas y a disertar acerca de concepciones estéticas y políticas. Así, la obra transcurre con una protagonista vestida de fiesta (con una gran mancha en el pecho), zapatillas y una mochila de aventurera. En su recorrido por el planeta sin obstáculos -como los animales que habitaban la Pangea originaria, que podían ir de un lado al otro-, la joven señala haber aprendido el idioma universal (llamado un tanto obviamente con el nombre de la tipografía Times New Roman).

En este sentido, podría decirse que el problema es dramatúrgico, en tanto Katz crea una gran metáfora y ella misma se encarga de explicarla. Una metáfora vivaz, dinámica, acaba siendo asesinada por su propia autora. Pero donde más sobresale el espectáculo es en lo escénico. Allí, con la bella escenografía de González Garillo (una escalera, una rueda gigante y una plataforma móvil) y la iluminación de Leroux, la obra se permite moverse arbitrariamente, ir buscando zonas donde ubicar a los personajes para jugar libremente con el desplazamiento sin volverse explicativo. Anganuzzi, brillantemente acompañada por todos sus compañeros, juega con niveles de ambigüedad que hacen que su personaje nunca sea encapsulado.

Fuente: La Nación

Sala: Centro Cultural San Martín

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