María Valenzuela y Betiana Blum: Adictas a vos


"Con las mujeres siempre hay terapia grupal"

Dos de las protagonistas de Adictas a vos, la pieza teatral que dirige Marcos Carnevale, hablan sobre la construcción de sus personajes y sobre el trabajo en un elenco íntegramente femenino.

Se están por cumplir tres semanas del estreno de Adictas a vos en el Mutiteatro, y María Valenzuela y Betiana Blum llegan temprano a la sala para y relajarse en la previa a la función.
Son amables y están de buen humor y bien predispuestas para el encuentro con Tiempo Argentino. Molestan al fotógrafo con picardía y le piden que esté atento a los detalles y a los planos de encuadre que elija. "Somos dos señoras coquetas", dice una. "Claro que sí", agrega la otra y ambas posan, con oficio.
Blum es una actriz visceral, muy orgánica, trabaja desde el plexo solar, y eso siempre deslumbra por la energía que transmite. Valenzuela es disciplinada, naturalmente talentosa y precisa. Ambas son actrices formadas que el público identifica y reconoce como atractivas. Por lo que ésta comedia dramática sobre adicciones vinculares, que ensayan hace más de dos meses, tiene una ventaja y un panorama prometedor en el circuito comercial.
Teté Coustarot entra a la sala a entrevistar a Marcos Carnevale (director de la pieza) y con su estilo particular, como si siempre una cámara de tv estuviera tras ella les dice: "Chicas, las vine a ver, están soñadas; esto va ser un éxito total", mientras sigue caminando. "Ojala así sea", replica Betiana y María la saluda con un sacudón de mano en alto.

– No quiero ser machista pero voy a serlo ¿Cinco mujeres juntas no es para lío?
María Valenzuela: –Cuando hay un grupo de mujeres de alguna manera es una terapia, una terapia grupal. Cada una cuenta algo, la otra aporta o agrega. Comparten experiencias seguro, por eso siempre hay algo de terapia grupal cuando hay más de dos mujeres juntas. La competencia o los líos existen pero dependen de la persona. Yo, en mi vida personal, no soy competitiva. Si puedo colaborar o ayudar en algo, lo hago. No compito, siempre estoy a favor del objetivo, del espectáculo. Porque no me sirve destacarme yo sola y que el resto no, es ridículo. El ego existe siempre, el tema es como lo utilices. Yo al ego lo uso para la parte creativa, alimento mi ego para darme confianza y poder liberar. Que sé yo, el grupo de mis amigas es muy relajado, ninguna le mira la cartera o el zapato a la otra, no somos de esa esencia, pero que existe existe.
Betiana Blum: –Además acá lo atrayente es otra cosa.
–¿Qué es lo atractivo?
BB: –Lo que a mí me atrajo mucho de la obra fue la mirada desde donde escribieron los autores. Porque a estas cinco adicciones, a estos vinculos, no se les hace una crítica o un juicio, sino que es un "somos así, aceptémonos". Hay una mirada amorosa, cálida y solo desde ahí se puede generar un cambio. Da lugar a la ternura y al humor, eso me gusto muchísimo de la pieza. Éstas, como todas las mujeres, tienen sus problemas, pero vos te podes reír con ellas de lo que les pasa, justamente porque no hay un juicio o una mirada dura y esto para mí en una obra es muy importante. Sin humor nos estamos perdiendo una parte de la realidad, solo el humor permite darnos cuenta de cómo son las cosas, porque el dolor ciega, en cambio a través de una risa te podés dar cuenta de mas cosas.
–¿Invita a la reflexión?
MV: –Sí porque uno se identifica y quizás modifique alguna actitud o un comportamiento y eso es como el objetivo supremo del teatro, cambiar algo, aportar para que todo o algo sea mejor.
BB: –Somos cinco espejos en el escenario. Por ahí nadie es todo un personaje, sino que tiene algo de cada uno, que es lo que pasa en obras que muestran distintas formas de ser.
–¿Ustedes a que son adictas?
MV: –Yo descubrí que soy adicta a los personajes que me tocan. Me vinculo muy de cerca con los personajes, pienso permanentemente en como hablan, en agregar detalles, me obsesiono…
BB: –Yo soy adicta al chocolate (risas).
–¿Cuál es la clave del buen teatro?
MV: –Es un trabajo de equipo. El trabajo con el director y sobre todo tus compañeros, si no, hacés un unipersonal y listo.
BB: –Para mí el buen teatro es el que que se hace con amor. En mi caso es fundamental que me guste el personaje, pero que sean obras donde la gente se vaya bien. No quiero hacer espectáculos donde la gente se bajonee. Me niego.
MV: –Para eso está la realidad.
BB: –Ojo también la realidad tiene cosas muy buenas. Depende que mirás. O que te muestran. Por eso solo me interesa hacer cosas que modifiquen algo, o que hagan reflexionar, pero desde un lado positivo. A través de la risa.
MV: –Yo venía haciendo mucho drama, me pude encontrar de nuevo con el sonido de la risa. Creo que la risa es sanadora. Podés tener un mal día, pero cuando te llega la risa del público, alivia el alma. Es un beneficio mutuo que nos damos con la gente.
–¿Cuánto de ustedes hay en sus personajes?
MV: –Este personaje no tiene nada que ver conmigo. Muchas veces lo que le doy al personaje es producto de mi imaginación y nada tiene que ver conmigo, es mi forma de ser otra persona o de otra manera, eso es lo enriquecedor de la profesión.
BB: –Yo pongo todo de mí. Lo único que hago es manejar las dosis. Los actores somos santos y asesinos, tenemos todo dentro. Lo que hago yo es ecualizar esos extremos dependiendo el personaje. Le subo el volumen a esta emoción o la otra, hasta que quedo conforme, pero siempre uso mis sentimientos como referencia. Yo pienso muy poco cuando trabajo. Te diría 5 de 100; dejo que suceda.
MV: –De eso se trata.
BB: –Yo voy; me mando, arriesgo y voy. El director es el que te ayuda a ecualizar mejor.
–Ustedes hicieron personajes que la gente recuerda con mucho cariño ¿todavía siguen buscando ese personaje perfecto?
BB: –No es mi caso. Yo espero que la realidad me muestre, que el destino me traiga, miro lo que hay y elijo lo que más me gusta. Voy navegando. No tengo esa cosa de "quisiera hacer esto o lo otro", nunca fui así. Los proyectos requieren de mucha energía, así que trato de armonizar con eso, trato de hacérmela fácil y no ponerme metas.
MV: –Concuerdo. Pinta un personaje y lo empiezo a armar. Como te dije, al ego lo uso para la parte creativa, no para decirme "hice tal o cual personaje". Lo uso para buscar seguridad, empuje y ganas de tirarme a la pileta sin preguntarme si hay agua o no. Todo se va armando a medida que uno lo va haciendo, el personaje terminás de abordarlo con el público, así que uno nunca sabe si va a ser memorable u olvidable. Pero tuvimos la suerte que a algunos personajes que hicimos les cayó un ángel que hizo que la gente los recuerde. Por eso estamos agradecidas.  «



una gran amistad
 Betiana Blum tiene una relación de amistad con Marcos Carnevale de casi 20 años. Fue de alguna manera muchas veces consejera y compañera de trabajo de él. Lo particular de esa confraternidad llevó a que juntos se decidieran a hacer esta obra –que tuvo once versiones hasta llegar a buen puerto–, actuando y dirigiendo respectivamente.

"Yo la conocía de antes, desde que era una idea", cuenta Betiana. "Tenía una propuesta para hacer un monólogo y le pedí esta obra para ver si podía sacar algo, eran diálogos,  y la última versión estaba muy bien", relata Blum.

–¿Entonces qué hizo? Era una lastima no hacerla,A me imagino…
–Él no estaba decidido si la iba a dirigir él u otro, o si la iba  a hacer. Yo le dije: "Está muy bien, Marcos, le veo mucha punta." Entonces  él me dijo: "Si te gusta me animo a dirigirla."
–¿Cuando se sumó usted al proyecto?
–Yo estaba que sí que no, que podría hacerla. Marcos me dijo: "No me empiojes ¿la vas a hacer sí o no?",  así, muy Marcos. "Bueno, la hago", dije, y empezamos a ver qué personaje, porque son muy lindos todos. Él me dijo que me veía para Ana, la adicta al ídolo, y así arrancamos. La verdad que si yo la hacía en monólogo la iba a arruinar. Por suerte la pudimos llevar adelante. Es muy divertida.




cirugía y una pelea con prensa
A pesar del éxito de Dulce amor, (Telefe) el 2013 fue un año duro emocionalmente para la familia de María Valenzuela, porque en enero del 2012 falleció Juan Carlos "Pichuqui" Mendizábal, padre de sus hijos Malena,  Julián y Juan, hecho que precisó un tiempo entendible de duelo, para asumir esa pérdida y seguir adelante. El hecho es que Valenzuela bajó más de diez kilos y a los 56 años, lo que le devolvía el espejo no le gustaba. Hace un mes se operó por primera vez. "Sentía que no me merecía haber envejecido tan rápido. Siempre había sido de las que decía no a las cirugías, pero la autoestima se iba al sótano con lo que devolvía el espejo", confiesa María. "Da miedo que te cambien. Imagináte que cumplo 51 años con la profesión y no daba tener otra cara, además que dejaban de hablarme mis hijos, así que hice algo criterioso; un touch para elevar la autoestima, pero ya no más, nunca más", afirma la actriz sobre su cirugía estética.
En tren de confesiones  Valenzuela también hace unas semanas relató en el programa Intrusos, de canal América, el enfrentamiento con la actriz Soledad Silveyra: "Yo no soy hipócrita, digo lo que siento y lo que me pasa. Solita dirigía la obra en la que actuábamos y empezó a hacerlo brutalmente y me agarró una angustia que me llevó a renunciar", dijo en el programa de Jorge Rial y Luis Ventura. La gira de Humores que matan, la obra que compartió con Silveyra, terminó en julio pasado, y lo único que había dicho María Valenzuela, con algo de sarcasmo, era que sólo volvería a trabajar con ella si le faltara leche a sus hijos. "Pero ví una nota de ella donde decía que nosotras sabíamos lo que había pasado, como dejando un manto de duda sobre mi proceder  y entonces salí a contestarle", cuenta Valenzuela y agrega: "como en cualquier ámbito no todos se llevan bien, o se quieren, o son amigos. No tenemos que venderle al público que el mundo del espectáculo es una gran familia y todo es color de rosa porque no es verdad", afirma. “Hoy lo tomo con tranquilidad y humor, pero en su momento me la quería comer vuelta y vuelta", confiesa María, "pero ya está, ya fue".


aeropuerto convulsionado
La comedia dirigida por Marcos Carnevale, escrita por Andrés Gelos, Lily Ann Martin, Pablo Junovich – y el propio Carnevale–, cuenta la historia de cinco mujeres que coinciden en la sala de espera de un aeropuerto. La ciudad se encuentra en alerta meteorológico y los vuelos han sido cancelados, algunas aguardan algún pasajero y otras su turno para viajar. La tormenta las aísla, ni siquiera los celulares funcionan. La espera y la incómoda situación las fuerza a relacionarse entre sí.
Hay de todo: está Ana (Betiana Blum), que es la "adicta al ídolo", es una humilde mujer fanática de Julio Iglesias, solitaria y contestataria. Carmen (María Valenzuela) es "adicta al hijo" orgullosa madre, viaja a México para impedir el casamiento de su primogénito. Belén (Cecilia Dopazo), la "adicta al marido", viene a recibirlo después de un viaje de negocios. Está Elisabeth (Esmeralda Mitre), "adicta al padre", que viene a buscarlo como siempre, esperando un reconocimiento afectivo. Y, por último y para completar el pentágono de personajes, está Deborah (Erika de Sautu Riestra), la "adicta al amante" que viaja para un encuentro clandestino con su amor.
Se producirá un diálogo en el que se descubrirá primero sus máscaras, luego sus secretos, para finalmente hablar de sus adicciones a los diferentes hombres de sus vidas.

Fuente: Tiempo Argentino

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