Warnes

Una mirada sobre el universo masculino

Clausen, profesor veterano de un colegio industrial de pueblo, llama a tres de sus antiguos discípulos -que viven en Buenos Aires y trabajan en un taller mecánico- para hacerles un pedido extraño: deben construir un motor que lo trasladará a enfrentar la muerte. El hombre, viejo y enfermo, quiere arrojarse con un bote por las cataratas del Iguazú para terminar con una vida que ya no tiene mucho para darle.

Un día antes de llevar adelante el suicidio, Clausen llega a Buenos Aires para despedirse de sus alumnos y llevarse el motor del barco. En ese reencuentro, excedidos de alcohol, los tres discípulos intentan organizar una fiesta para ahuyentar a la muerte. Y entran en crisis con la actitud de pleitesía y agradecimiento que, se supone, deberían tener ante el maestro casi muerto: ellos tienen más de una actitud para reprocharle. Como en la Grecia antigua, en la que la iniciación sexual de un adolescente debía ser dirigida por un maestro, Clausen parecería haber cumplido esa doble función en la vida de sus educandos: les enseñó un oficio y también ciertos gajes sobre el deseo y el amor. Pero no todos ellos parecen tener un buen recuerdo de aquellas experiencias.

Warnes ofrece una mirada sobre el mundo masculino. Lo hace mediante una puesta vibrante que intercala hiperrealismo con pop kitsch -una canción de Soda Stereo cantada por los mecánicos bajo un manto de pompas de jabón ofrece, por ejemplo, un respiro para el drama que vendrá- y actuaciones conmovedoras. En el camino del debe queda, sin embargo, la dramaturgia: las relaciones entre los personajes o ciertas situaciones del pasado a las que éstos aluden no terminan de quedar del todo claras sin ayuda de la gacetilla o las explicaciones del propio director.

Fuente: La Nación

Funciones: Martes y jueves, a las 20.30 / Sala: Club Cultural Matienzo, Pringles 1249.

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