Los áspides de Cleopatra


Variaciones sobre la reina del Nilo

Dirigida por el español Guillermo Heras, la obra montada en el Teatro San Martín se destaca por las logradas actuaciones de los protagonistas. Los áspides... fue elegida para plasmar los resultados del taller de experimentación Laboratorio América.

Finalizado el FIBA, el pasado fin de semana el Teatro San Martín repuso en la sala Casacuberta la obra Los áspides de Cleopatra, estrenada allí en septiembre. Escrita por el dramaturgo madrileño Francisco de Rojas Zorrilla y dirigida por su compatriota Guillermo Heras, se trata de la obra elegida para plasmar los resultados de Laboratorio América, un encuentro/taller de experimentación teatral entre la Argentina y España, que se llevó a cabo en abril de este año. En la pieza, que no se representaba desde 1798, algunos de los acontecimientos tienen cierta verosimilitud con la que se cree que es la verdadera historia de la reina del Nilo, pero el relato se construye fundamentalmente a través de ficciones, lo que les permitió al autor y director desligarse de la limitación (y la responsabilidad) de tener que ceñirse a los documentos históricos.

Al igual que Antonio y Cleopatra, famosa obra de Shakespeare que también está en cartel, Los áspides... se centra en la relación amorosa entre la última reina del Antiguo Egipto y el general y político romano Marco Antonio. Un amor planteado como prohibido y traicionero, ya que de Cleopatra se había enamorado primero Octaviano, mejor amigo de Marco Antonio, y éste había prometido casarse con Irene, hermana del primero. Esa “traición” será la que mueva a los hermanos a tratar de impedir el romance entre sus respectivos amados, así eso significara incluso su muerte. Colaboran, con uno y otro bando, diversos personajes que vislumbran en la destrucción de Cleopatra y Marco Antonio la consecuente caída de sus imperios.

El acento de Laboratorio América, organizado por la Compañía Nacional de Teatro Clásico de España (CNTC) que dirige Helena Pimienta y el Complejo Teatral de Buenos Aires, estuvo puesto en la palabra y sobre todo en el verso, siempre aplicados al tratamiento de obras del Siglo de Oro español. Por eso, Los áspides... está completamente hablada en verso (es la primera vez que la CNTC trabaja con actores argentinos en este abordaje), condición a la que el espectador deberá ir acostumbrándose a lo largo de la obra. Se trata de una reivindicación de una forma de escritura y declamación ya extinguida en la representación contemporánea y, por lo tanto, una apuesta arriesgada por parte de Heras, que además es dueño de esta versión, y de Gabriel Garbisu, especialista en verso clásico que asesoró el trabajo de los actores.

La estructura en verso antiguo se choca con la estética general de la puesta, que presenta elementos tecnológicos y casi futuristas. La escenografía está compuesta exclusivamente por una tarima y pantallas que, dependiendo de la locación de cada escena, proyectan imágenes de edificios romanos o exteriores egipcios, o bien frases que dicen los personajes de modo simultáneo. Por otro lado, la música en vivo que realiza Matías Corno tampoco tiene nada de antiguo, ya que se trata de sonidos (algunas veces a lo Star Wars) que el intérprete realiza a través de una computadora. Por último, el vestuario de Aníbal Duarte también va en esa dirección. Si bien los personajes de la historia tienen atuendos acordes con su caracterización y al espacio-tiempo de la historia, otros actores que se encargan de las transiciones entre escenas haciendo acrobacia visten trajes plateados, como galácticos. En este contraste entre el lenguaje verbal y el de los elementos de la puesta reside la mayor experimentación de este proyecto.

De todos modos, y haciendo honor al hecho de que el teatro es esencialmente arte del actor, y por ende del hombre, lo que más sobresale de la puesta son las actuaciones de todos los actores (becarios de Laboratorio...), destacándose Iride Mockert en su brillante interpretación de una Cleopatra guerrera y desafiante, distinta de la que es mostrada por los documentos históricos. Completan el elenco Gustavo Pardi (Marco Antonio), Anahí Gadda (Irene), Mariano Mandetta (Octaviano), Mariano Mazzei, Belén Pasqualini y Carlos Sims, entre otros virtuosos intérpretes. La sola presencia de ellos y el uso que hacen de su instrumento –sobre todo vocal– alcanzan para hacer de Los áspides de Cleopatra una pieza con mucha fuerza y mucha personalidad.

Fuente: Página/12

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