Festival Escena


Con los vecinos y a pulmón

El colectivo Escena, integrado por 19 salas porteñas, se propone acercar el público al teatro. Por eso las entradas son a la gorra y se organizan diversas acciones en el espacio público. Habrá espectáculos, talleres, charlas y entrevistas abiertas.

Uno de los encantos del teatro porteño es que en montones de casos se hace por pura pasión –a veces exclusivamente por eso–, cosa que no sucede en todos los lugares del mundo. Ya sea en zonas céntricas o en callecitas de cualquier barrio, hay espacios que, se adivina, en alguna época fueron otra cosa, como una casa o un local, y que, de un momento a otro, se convirtieron en salas. Son teatros en los que prima un intercambio que va más allá del dinero, en los que importa sobre todo el rito, el encuentro entre unos pocos espectadores y los artistas, la celebración. El colectivo Escena (sigla que significa Espacios Escénicos Autónomos), un reflejo de esta modalidad de creación, presenta la cuarta edición de un festival que lleva el nombre del grupo. La intención es acercar el público al teatro, inclusive al que no tiene la costumbre de ir; por eso es que las entradas son a la gorra.

Sus integrantes definen a Escena como un “movimiento cultural”, que es a la vez generador de poéticas y de políticas. Las primeras reuniones de actores, directores y dramaturgos, muchos de ellos dueños de sus propios espacios, derivaron en modificaciones legales beneficiosas para quienes hacen teatro a pulmón. Al principio, la burocracia los condenaba a la clandestinidad y a la invisibilidad. En diciembre de 2010 consiguieron la sanción de una ley que determinaba que las salas podían operar con la habilitación en trámite. Y el año pasado la Legislatura porteña aprobó otra norma, la 4303, según la cual los espacios para menos de cincuenta espectadores están regidos por la Ley 2147 y no por la 2542. La 2147 es anterior a la tragedia de Cromañón y, por tanto, es menos exigente en cuanto a los requisitos para las aperturas.

Algunas de las diecinueve salas que integran el colectivo son Abrancancha, Defensores de Bravard, La Casona Iluminada, La Playita, Espacio Polonia y Silencio de Negras. “Estamos más consolidados como espacio, pero también más dispersos”, apunta Lisandro Rodríguez, dueño de Elefante Club de Teatro y también director y actor. El está en Escena desde sus inicios. “Todos crecemos y eso hace que la energía se disperse, que se haga difícil organizar un festival. Además, ¡no tenemos un mango! Pero el festival es una bandera política: no tenemos que dejar de hacerlo”, recalca. En esta edición, que arrancó el domingo, hay espectáculos de teatro y danza, talleres, intervenciones en el espacio público, charlas, entrevistas abiertas y la primera visita internacional en estos cuatro años de festival. Llega Kike Gorena, creador de Bolivia, en el marco de una actividad denominada Proyecto Vecino Invita.

El de Escena no es un festival convencional, se hace eco de las particularidades teatrales del off del off. El Mapa Escena es una de las actividades centrales. La idea es salir de caravana, “ocupar la calle”. Es la invitación a un viaje desde Paternal al centro de la ciudad, que replica el recorrido político de los antepasados de artistas y de espectadores porteños. Está inspirado en el libro Gente de teatro, ocio y espectáculos, de Carolina González Velasco. La cita es el domingo a las 15.30 en Warnes y Dorrego. Se puede ir en transporte propio. Los que no tienen bicicleta, auto ni moto pueden reservarse un lugar en mapaescena@gmail.com. Se recomienda llevar una vianda para hacer un picnic. Otra acción en el espacio público tendrá lugar los jueves 7 y 14 a las 21 en la calle y la vereda de Vera Vera Teatro (Vera 108). Según la presenta Escena, en esta intervención “un grupo de salas interroga a un espacio determinado hasta volverlo escénico”. La escalera de la entrada del teatro será la platea para un espectáculo creado entre actores, bailarines y vecinos. Hay, también, charlas, como la que brindarán Ricardo Bartís, Maruja Bustamante, Carolina González Velasco y Martín Seijo, titulada “Panorama político teatral 1920-2020”. Sigue la línea del Mapa Escena, en cuanto a rastrear en el teatro de antaño (miércoles a las 19 en Abrancancha, Martínez Rosas 941).

Eso es Escena: teatro a pulmón, intercambios entre artistas, una conexión plena con los vecinos y con los espacios. “Acercar al público que no va al teatro es una bandera de la agrupación”, sostiene Rodríguez. “Pero es difícil. Se necesita tiempo. Me parece que no podemos hacernos responsables de eso, pero sí estar atentos y expandirnos. Me gustaría que la choripaneada sea en una plaza”, concluye. Sí, Escena incluyó una choripaneada que se realizó el domingo en el Centro Cultural Matienzo. Hay una fiesta de cierre, el 16 de noviembre, en Groove. “El Mapa Escena es un puntapié para ir recolectando voluntades”, recalca el director.

El listado de espectáculos es muy extenso. Hay de todo. Van algunas recomendaciones: Mi primer Hiroshima, con dirección de Camila Fabbri, una obra que conecta a la bomba atómica con la primera relación amorosa; La hipótesis del amor es la bondad, de Lisandro Rodríguez, que muestra el diálogo de un recuperador de músculos con un actor; Perro que fuma, del brasileño Leo Mendonca, sobre un niño que vive en un barrio humilde y que observa el mundo desde su ventana; Lo que yo tuve, de Gustavo Tarrío, un musical. Hay algunas rarezas: en Machado Teatro, por ejemplo, habrá una intervención con once teléfonos, con dirección de Paula Herrera Nóbile. Todo lo relacionado con fechas, horas y direcciones, incluyendo la programación completa de las obras, se puede encontrar en www.escena.cc. El festival culmina el domingo 17.

El colectivo Escena creció, como dice Rodríguez. Y después de los logros políticos de los primeros encuentros, aparecieron otras luchas. “Tenemos ganas de sentarnos a hablar con Argentores”, cuenta el actor. “Esta entidad no contempla nuevas creaciones en las que no hay figura de autor. Cobra por el derecho de representación, se vuelve un ente puramente recaudatorio. Nuestra intención no es tirar bombas, pero sí rediscutir la representación. No puede ser que yo tenga que pagar por hacer una muestra con mis alumnos”, explica. En el catálogo del Festival Escena –que los espectadores pueden retirar en cualquiera de las salas–, la agrupación expresa que existe un problema con Argentores que no es sólo semántico, sino también legal y económico. “Se confisca el derecho legal y económico a la palabra y al signo teatral en el caso de las salas de teatro de autogestión”, sentencian.

Fuente: Página/12

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