Muriel Santa Ana: El gran deschave


“Estar vivo no es estar cagándote de risa todo el día”

La actriz es una de las protagonistas de El gran deschave la obra que está en cartel en el Teatro Cervantes, dirigida por Luciano Suardi. Además, forma parte del elenco de Solamente vos, la tira que sale por El Trece. Su relación con la actuación, los pensamientos que tiene acerca de la vida y el recuerdo de sus padres, quienes fueron sus referentes.

La esperaban dos funciones consecutivas de una comedia de situaciones en el teatro y a Muriel Santa Ana la invadió el deseo de no ir. Se lo dijo a su papá –el prestigioso actor Walter Santa Ana– mientras lo cuidaba en la habitación de un hospital. "Por favor, no me digas que no querés ir. Andá y hacé todas las muecas juntas. ¡Pero hacé todas! No te guardes ni una y hacelas bien, porque el público no tiene nada que ver con uno", le respondió él, adormecido. Frente a la respuesta de una persona que era su referente, Muriel no dudó: hizo toda la temporada de un espectáculo que eran tres obras diferentes en una y siempre hacía reír. Pero cuando se terminaba la ficción, la actriz vivía un dolor irreversible: la muerte de su padre. Seis meses antes ya había perdido a su mamá. Ella nunca dejó de actuar y homenajeó a su familia de artistas sobre el escenario.
"Con la pérdida de mis padres, quedé con otro rol en el mundo. Eso hizo que me proyecte hacia adelante. Por lo menos, a mí me pasó eso, ya no tengo por delante a alguien, que en mi caso eran mis padres acompañándome y explicándome de qué se trata la cuestión y siendo siempre referentes ideológicos, afectivos, espirituales, de todo tipo. Ellos no están físicamente, pero siguen estando. Ahora, por delante estoy yo. Y no hay otra que autopropulsarme hacia la vida con todo. Estoy yo, es una sensación muy diferente. Es una vida nueva", dice Muriel, que vuelve al teatro Cervantes con la obra El Gran Deschave, y ocupa el camarín continuo en el que históricamente estaba su papá, un emblema de esta sala.
La actriz se hace cargo del compromiso y no se queja del cansancio ni del desgaste que implica hacer teatro de noche y levantarse a las siete de la mañana para grabar durante diez horas seguidas en la tira Solamente vos (El Trece), la ficción más exitosa de la tele, en la que ella es la villana.

–¿Qué es lo mejor de ser actriz?
–Es un privilegio. Tuve esa sensación con mucha claridad cuando hice La vida es sueño en el Teatro San Martín. Fue un antes y un después en mi trabajo, un momento de evolución artística, de crecimiento, profundidad y compromiso. Yo sentía eso, que era una privilegiada por ser actriz y por poder estar haciendo eso en ese teatro. Había un alto voltaje poético, porque todas las noches nos sumergíamos en el universo poético de Calderón, que no te deja igual. Es algo que no te es indiferente en el momento y te modifica para siempre. Quedás conectado con algo que siempre vas a buscar, una melancolía, es algo que se abre y que siempre voy a estar buscando, un espacio interno y una conexión con algo muy grande y muy elevado.
–¿Cómo se puede definir ese algo elevado?
–Son momentos en los que se llega a la trascendencia. La mayor parte del tiempo no tenemos ni idea qué es. Yo tengo la sensación de haber sido elegida. A mí me apareció la idea de ser heredera de algo, sentía como la herencia de todas las Rosauras (su personaje en La vida es sueño) que existieron desde que Calderón escribió la obra. Sentía la fuerza de esas palabras. Las palabras pasaron a través de muchas actrices, y ahora estaban pasando a través mío.
–¿Pesa actuar en el teatro donde tu papá estuvo tantas veces?
–Siento una conmoción. Es una gran alegría, hay una vitalidad, la idea de salir a conquistar el escenario. Esta sensación de que no estoy de casualidad y que tengo que estar a la altura de lo grande. Pesa lo simbólico, la historia, el paso del tiempo, la vida. Tengo muy presente a Claudio Quinteros… (Muriel no puede evitar llorar, cuando recuerda al actor de 43 años, que murió el 9 de octubre pasado) Es que no puedo creer que se muera un actor de 43 años. Un hombre sensible, súper personal, con una búsqueda fiel a sí mismo, comprometido con la docencia. Pero prevalece la vida. Hay que buscar siempre la trascendencia, si no para qué… ¿Para qué venimos? Releía el final de Tres Hermanas (la obra de Chejov) y Olga, uno de los personajes, dice: "Hay que vivir, hay que vivir." Y yo ahora siento eso, que hay que salir, hay que actuar, hay que hacer El Gran Deschave. Es este momento en mi                                                                                                                                               vida, es para mí, primero es para mí. También me quedaron en la cabeza muchas frases de La vida es sueño, ahora pienso mucho en una del rey Basilio, que dice: "Quien huye del riesgo, al riesgo viene" o sea, cuanto más evitás una situación, esa situación se te viene encima. No me quiero poner densa, pero todos nos vamos a morir, nos van a meter en una caja y chau. Y no es que se va a parar el mundo, todo va a seguir igual… Así que más vale, que a vivir  
–¿Esto te hace pensar en que hay que vivir la vida intensamente?
–En que hay que disfrutar del presente, profundamente. No es disfrutar en el sentido de vivir de joda. De tener conciencia, de que la vida no es "un viva la pepa", estar vivo no es estar cagándote de risa todo el día, más bien todo lo contrario. La vitalidad tiene que ver con reconocer  lo compleja y lo dura que es la vida, el sufrimiento que existe, pero que todo es posible, que es maravillosa, que uno es el que crea todo, a mí no me vengan…
–Eso es esperanzador…
–Es que no queda otra, ¿qué vamos a pensar? ¿Qué otros te digan cómo hay que vivir? Si vos te querés ir a hacer swearters al Lago Puelo, ¡andate! ¡Es tu vida, es una sola, hacelo! Después te morís. Yo creo que lo que te ayuda a estar en la vida es la literatura, el cine, la música, el teatro, el arte en general y el amor. Es lo que conecta con esa intensidad de la que estamos hablando. Si no, no le veo mucho sentido.
–No es tan común tener como máximos referentes a los padres
–Es que yo tuve dos… personas muy hacedoras. No eran quedadas, no tenían resentimientos por no haberse realizado, personas muy trabajadoras consigo mismas, que enfrentaban sus realidades, sus complicaciones, le hacían frente a las situaciones, ellos iban hacia el riesgo. No tapaban nada bajo la alfombra. Eran dos locos….
–¿Qué te sirve para actuar?
–Poner el cuerpo en movimiento, eso me organiza enseguida. Unas pequeñas rutinas de ejercicios y la voz, que es fundamental. Actuar no es olvidarte de vos, entrar en no sé dónde. Es una técnica. Es tener control total de tu respiración, tus movimientos, tu mirada, cómo proyectás. Lo espontáneo te suelta la mano muy rápidamente. Y eso es el juego y es a lo que me quiero  entregar como loca. Es estar muy emocionado y al mismo tiempo saber que en determinado momento tenés que abrir la heladera. Uno se quiere entregar a ese juego y dice no veo la hora de entrar al escenario y dejar de ser yo.


una obra que pone al descubierto la hipocresía de la clase media
El gran deschave es un clásico del teatro argentino, escrita por Sergio De Cecco y Armando Chulak y estrenada en 1975, con un éxito de público. La obra pone al descubierto la mentira, la hipocresía y ciertas características de la clase media argentina a través de Susana y Jorge, el matrimonio que componen Muriel Santa Ana y Guillermo Arengo, que lleva unos cuantos años de casados y una vida aparentemente organizada en la casa donde conviven con la Nona que interpreta Graciela Pal. Cuando la rutina se quiebra porque el televisor se rompe, el universo construido muestra sus fisuras.
"Cuando se descompone el aparato de televisión y nos quedamos sin la telenovela se apaga una falsa fe y aparece la angustia del vacío. No todos estamos preparados para el vacío", dice Luciano Suardi, el director de la pieza.
"El vacío que se produce cuando el televisor se rompe hace que en esta pareja en particular salgan a la luz impulsos, verdades y finalmente el deschave. La palabra deschave carga con algo… no es una verdad no dicha, es algo que sale con agresividad, algo que está tapado y oculto, pero con resentimiento. Entonces, está la idea de '¡Ahh te deschavaste!' por cómo es dicho. Lo que les ocurre a Susy y a Jorge es que ellos deciden hacerse daño. Son personas muy violentas y que cargan con mucho resentimiento", explica la actriz.
Aunque fue escrita en 1975, el caos que genera que se rompa la televisión en esta pareja, es lo que sucede ahora cuando no hay Internet o el celular se queda sin señal. Explica Santa Ana: "Pasa todo el tiempo con cualquier dispositivo, los cargamos de un valor que no tienen. A esta pareja, cuando se les rompe la tele y no pueden ver la novela, se dan cuenta que no saben qué hacer con sus vidas. Lo que les pasa a ellos  es que no pueden separarse y sienten que el otro es lo único que tienen, cuando en realidad nunca una persona es lo único que tenés."


el otro lado de la vida actoral: estar en la tevé
Se formó y creció en el teatro, pero Muriel Santa Ana ya viene protagonizando varios éxitos en televisión. El gran destape lo tuvo en Lalola (2007, América), cuando interpretaba a la mejor amiga de Carla Peterson. Después, le llegó ser la cabeza de la tira Ciega a citas, que se emitió en 2009 por la Televisión Pública y ahora es "La Polaca", la ex esposa de Juan (Adrián Suar), uno de los personajes más populares de la tira.
"Todo eso es mi vida. Todo es riqueza. Lo popular, la televisión, estar en un programa que protagonizan Natalia Oreiro y Adrián Suar y hacer La vida es sueño y El gran deschave, todo eso es mi vida. En todo estoy yo pura. No le mezquino a ningún espacio nada. Estoy diez horas por día grabando la tira, hace diez meses. Lo hago con compromiso. Reconozco que la vida de tira no es lo que más va conmigo", dice.
Más allá del compromiso, Muriel reconoce que la fama le pesa. "La verdad que yo no puedo hacerme cargo de lo que la televisión mueve en la gente. En ese sentido, mi viejo tuvo otra carrera, no vivió lo que pasa ahora con la televisión, pero él se moría de risa cuando salíamos a la calle y me pedían una foto. '¡Pero cagate de risa, sacate la foto!’, me decía. Pero yo no me puedo relajar tanto. Esa parte la padezco un poco. Hay una facilidad en la calle para sacarte una foto o agarrarte", reconoce.
–¿Y cómo lo resolvés en la calle?
–Ahora encontré una manera de no quedar tan mal. Me tomo un momento y les explico que yo soy muy tímida y que no me gusta sacarme fotos. La gente lo entiende bien, lo entienden mejor que cuando accedía de mala gana a sacarme la foto. No quiero instalarme en la queja de eso, no soy Susana Giménez. Pero cuando vos no alimentás eso en tu vida, no estás buscando la popularidad, es raro eso que ocurre. No accedo mucho a ese pensamiento que dice: 'Estás haciendo una tira en el prime time de canal 13, bancatela.' Sí me la banco, pero trato de negociar, con lo que a mí me hace sentir mejor. Yo no puedo sacarme una foto.
–¿Qué tipo de vida elegirías?
–Mi ritmo va con la nocturnidad y el teatro. Yo soy muy casera, me encanta dormir, para mí madrugar es tremendo y ya hace un año que me vengo despertando todos los días a las siete de la mañana. Esa es mi cruz. Me cambia la percepción de la realidad, el humor.

Fuente: Tiempo Argentino

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