Rubén Hernández Miranda: De atrás para adelante


"El mundo cambió vertiginosamente y la palabra 'familia' cambió también"

El actor y director Rubén Hernández Miranda se animó a encarar la obra de Diana Raznovich que trata sobre el reencuentro de un padre con su hijo, que es transexual y ahora se llama Dolly. Un desafío importante.

En un mundo de identidades que se roban, se niegan y se atacan pero nunca se dejan en paz, Rubén Hernández Miranda pone en escena De atrás para adelante, la obra de Diana Raznovich.
"Hice pie en el deseo de un hijo de reencontrarse con el padre, con la familia", cuenta Hernández Miranda. Ese reencuentro, siempre formidable, en este caso tiene un detalle importante: quien se fue como varón, regresa como mujer. De hecho, el padre lo había expulsado de casa 18 años antes, al encontrarlo con el novio de Mariana, su otra hija.
"La hermana lo llama para decirle que el padre se está muriendo –relata Hernández– y ahí empieza todo." Lo que empieza es el reencuentro, que tiene más detalles que el hecho de que Javier ahora sea la encantadora Dolly. Además de una historia de Javier siempre incómodo en el cuerpo que le tocó, hay una Dolly ejecutiva y empresaria exitosa, esposa y madre feliz. "Pero él (el padre), no quiere creer que Dolly es Javier, lo niega, aunque se permite conocerla, haciendo de cuenta que es su nuera, no su hija."
Cuando se trata de identidades, tanto arriba como abajo del escenario, la cosa es delicada. "Tenemos que ver que el mundo cambió vertiginosamente y la palabra familia cambió también. Lo importante es aceptar y convivir. Dolly le plantea a su padre que él no va a cambiar, que no la va aceptar como hija, pero ella toma una determinación: siempre fue mujer y será mujer." Y desde ahí se va a relacionar con quien sea.
La obra no trata de identidades como ideal, sino como algo cotidiano que se da en un contexto y una situación, y así se cruza con otras tantas vicisitudes que hacen a las decisiones de las personas. Por eso está de por medio el señor dinero: a poco de llegar Dolly se entera de que el negocio familiar está en bancarrota, y que ella en verdad ha sido convocada como salvadora. Claro que si el padre no acepta que ella es mujer –y ella no tiene ningún interés en dejar de serlo–, la pregunta es hasta dónde el dinero podrá modificar la posición de su padre.
Quien tiene que hacer el sutil trabajo de ser mujer pese a que es varón es el mismo Fernández Miranda: "Era un hombre que se convirtió en mujer, pero dentro de la obra se traviste de hombre; soy un actor que tiene que hacer de transexual, que se operó, pero a su vez es hombre, y justificar el personaje dentro de mí: quererlo, razonarlo. Y claro que para eso  investigué, averigué, pregunté, ‘vi’ a Dolly y sentí cómo quería construirla. Todo el amor que Dolly tiene por dar, y toda la nostalgia de no vivir con el padre; ver que su madre se murió y no pudo estar ahí para acompañarla. Quería justificar todo su trayecto desde el amor, y así pude construir mi deseo para poder pararla en el escenario."
En esa construcción de actor y personaje, que es simultánea y se retroalimenta una a otra, Hernández Miranda sostiene su actuación "desde un lugar humano, y la gente termina no sólo comprendiendo a Dolly, sino estando de su lado".

Fuente: Tiempo Argentino

Comentarios

Entradas populares de este blog

Andrea Gilmour

Susana Torres Molina: Estática

Chamé Buendia: Last Call-última llamada