Maté a un tipo


Después de dos décadas bien lejos de la actuación (en las que tuvo hasta un restaurante de comida sana en Manhattan), Camila Perissé volvió a un escenario de teatro la semana última para protagonizar la comedia negra Maté a un tipo (de Daniel Dalmaroni, dirigida por Mariano Bicain), tras la insistencia del productor (y también protagonista) Enrico Sturiale.

En el hall del Auditorio Cendas todo era expectativa: entre los presentes estaban Katja Alemann ; Dalma Maradona, amiga del director; el diseñador Roberto Piazza, tal vez de incógnito, con anteojos oscuros; los actores Juan Palomino y Benjamín Amadeo; la cantante Manuela Bravo... Todos pasaban el tiempo entretenidos, sacándose fotos y con un catering nada pretencioso, con buen vino en vasos plásticos y una picada de aceitunas, queso y fiambres dispuesta cual mandalas sobre bandejas redondas.

En tanto, en el camarín, al que se llega casi trepando escaleras misteriosas y oscuras, como en los teatros de las películas, Perissé no podía probar un bocado debido a la emoción y tanta adrenalina que casi resultaba contagiosa. En bata rosa y de buen humor, la actriz sólo repetía ¡Merde! como un mantra .

El debut fue un éxito. Una revelación, para muchos. Terminada la función, las emociones para Perissé no cesaban: apenas salió a saludar al hall, vio a lo lejos una espectadora impensada, Katja Alemann, que había sido invitada secretamente por la producción. Perissé corrió hacia Alemann (las dos actuaron juntas en 1981, en la obra La señorita de Tacna ) y se dieron un gran abrazo.

Fuente: La Nación

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