Hugo Varela: 33 son mejores


"Peleo por lo autoral, por ser original"

El humorista presenta su nuevo espectáculo 33 son mejores y asegura que, pese a sus viajes, su público es el argentino.

Sin temor al yerro, vale decir que Hugo Varela nunca hizo algo para el currículum. Más allá de alguna travesura, como las define, lo suyo siempre fue auténtico. Y así no es tan complicado llegar al festejo de 33 años de trayectoria.
"Recupero algunos sketchs e instrumentos que fui usando en todo este tiempo –define su nuevo espectáculo, 33 son mejores–. Desde hace unos años en los shows pregunto si alguien me conoce de hace más de 30 años, y hay unos diez que levantan la mano. En algunos hay como cierta fidelidad, gente que es muy constante. Mientras uno no los defraude…", y con los puntos suspensivos ofrece la primera sonrisa de la entrevista, que serán varias.

–De las primeras cosas que hizo no debe haber registro audiovisual.
–De De lo nuestro con humor, el programa de tevé que hacía de un gaucho de mimo, una cosa muy absurda,  no hay nada. Volaron todo en el viejo Canal 11. Me quedaron cosas sí con Badía (y Compañía), que estaba todos los sábados. Cosas sueltas, tampoco tengo un registro ordenado. Me sorprende lo de las tecnologías nuevas, que aparecen cosas de gente y se va juntando todo un material que ni sabía que existía.
–Tal vez no sea tan raro: lo suyo siempre pareció muy profesional; hacer humor es serio, por más que no lo tomen como tipo serio.
–Sí, mi personaje parece alguien al que las cosas le salen medio de casualidad. Pero hay mucho trabajo. Hay como un prejuicio con respecto a las artes serias y a las menores, que a esta altura está bastante más cuestionado. Los que actúan o están en la cosa artística saben que la cuestión humor no es fácil; ir a un festival de Viña del Mar en Chile con 50 mil personas y con un público que no tiene tanta simpatía, estar media hora, hacerlos reír, participar y que te premien ellos mismo es un garrón que no lo pasa cualquiera. Tenés que conocer ciertas cosas.
–¿Como cuáles?
–Primero, conocer al público. Y para conocerlo tenés que relacionarte con él. Uno que arrancó desde los viejos pubs, de levante, borrachería, donde pasaban desde Corona hasta Pocho La Pantera cuando era Ernesto Gauna; tuvo que lograr reunificar un público que estaba en cualquiera. Tuve que meterlos en mi lenguaje y hacerlos reír y participar. Uno hace todo un aprendizaje medio a los palos. No hay método, no hay libro. Los yanquis lo tienen mucho con los stand up, que en general son bien duros; lugares donde van y el público le grita cosas. No creo que haya que llegar a esa práctica. Sí, soy un peleador por lo autoral, por tratar de ser original, buscar la vuelta y hacer algo distinto para presentar y poder sorprender. Ahora hay una cosa, con esto de Internet, que la mayoría de los colegas están viendo "a ver de dónde saco cosas para". Me preocupan más que nada los pibes, que van copiando cosas. Se está perdiendo una posibilidad de que salgan personajes originales.
–En su carrera no hay picos ni derrapes. Hubo un modo de emprender un camino pero nunca con una dirección precisa.
–Es medio como la vida, casi. Uno se miente: sí, voy caminando hacia un rumbo. En algún momento uno tiene fantasías, y la mía era qué pasaba afuera. Y empecé a viajar: Chile, Colombia, Miami, y te das cuenta de que tu público es el argentino. En Miami, hay un público nostálgico, cosa muy loca, porque vos decís: esto es para Ricardo Fort. A partir de ahí ya no me volvió loco irme afuera. Como tarea de humorista, ir a hacer reír a un japonés, ¿para qué? En cambio el año pasado hice varios shows donde tenía invitados, tipos muy grosos, y todos muy contentos de participar. Yo vivo en una campana de vidrio.


lo que no se debe hacer
Entre las varias cosas que el músico aprendió en su larga trayectoria, las más graciosas, y tal vez las más esenciales, son las que no hay que hacer.
"He tenido públicos muy raros, con un par de anécdotas que son bastante típicas. Me tocaron psicoanalistas de la APA en una especie de reunión. Todos muy ortodoxos, con sus pipas, totalmente inexpresivos. Empecé y no había signo de respuesta, los tipos me observaban, estudiándome, como si estuviera en una jaula. Después me enteré que a los tipos les había encantado. Hay un público que no está preparado para ser público. La otra fue en Paraguay, una gran fiesta, todos de etiqueta, dos mil personas, un murmullo permanente. Y arranco y bsbsbsb, seguía el murmullo, todos de copetín. Un tema, dos, tres, diez, terminé y bsbsbsb. No se enteró nadie que yo estuve ahí. Fue en los primeros años, y uno lo vivía como un fracaso absoluto. Y por ahí salías y alguien te felicitaba. Hay situaciones en las que no se justifica que esté el show, la gente está en otro tema. Hay un error de ubicación. Cuando uno tiene claro eso, resulta aunque te atienden cinco.

Fuente: Tiempo Argentino

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