Vacaciones en la oscuridad


Una trama con toques de telenovela

La historia de una crisis de pareja es la excusa para mostrar un triángulo amoroso creado por gente de El Descueve.

Cuando en 2009 el trío formado por Ana Frenkel, Carlos Casella y Daniel Cúparo crearon Corazón idiota, la obra pensada para Griselda Siciliani y Carla Peterson, sabían que esta sociedad artística seguiría dando sus frutos en el futuro, como ya lo hizo en el pasado, con obras como Hermosura (2000) y Patito feo (2005), a cargo del grupo El Descueve. Las ganas de trabajar juntos los encuentra otra vez en una nueva producción a la que bautizaron Vacaciones en la oscuridad y que estrenó hace unos días en la sala Pablo Picasso, del Paseo La Plaza.
La historia de una crisis de pareja es la excusa para mostrar un triángulo amoroso interpretado por Victoria Almeida (Susan), Julieta Vallina (Katia) y Diego Velázquez (Boris), tres actores que tienen un largo recorrido en el teatro alternativo y que en los últimos años comenzaron a incursionar en importantes producciones comerciales, así como también en televisión.
Con una trama sencilla, que bordea el melodrama y tiene toques de telenovela, la obra cuenta la historia de Susan y Boris, en pareja hace diez años. Él es controlador de radares, y ella una periodista con aspiraciones de escritora. Para tratar de superar esta situación se inscriben en unas clases de danzas dictadas por Katia. Este será el comienzo de una aventura amorosa que incluye a los tres personajes.
Uno de los principales logros de Vacaciones en la oscuridad es el de mostrar el talento de estos artistas, tanto de sus directores como de los actores. A pesar de que ninguno de los tres tiene antecedentes en la danza, el despliegue corporal que hacen es intenso para interpretar magníficamente las diferentes coreografías de la obra. Cada uno se luce, tanto en los números individuales, como en los que interpretan a dúo o los tres juntos. La irrupción de Katia en el escenario en su primera aparición, muestra a una Julieta Vallina sólida y sensual. Velázquez muestra sus dotes de bailarín, al igual que Almeida –que actualmente también está en Los elegidos, en la misma sala–. Los tres sostienen la obra desde lo actoral con la composición de personajes con características propias y con mucho humor.
Con una escenografía minimalista y conceptual –un escenario completamente negro que sólo incluye unas molduras que delimitan tres espacios bien diferenciados– es una invitación al espectador a preguntarse por la elección de este tipo de estética. El espacio central será en el cual se desarrolla gran parte de la acción, que se transformará en una pista de aterrizaje para el destino que tejió Boris.
Los números coreográficos son sencillos, muy bellamente resueltos y en muchos de ellos se logró combinar con toques de humor. Entre ellos, hay que destacar el número final en donde metafóricamente se hace el paralelismo del trabajo de Boris y su vida amorosa. Como si estuviera controlando aviones, Boris dirige a ambas mujeres y dibuja sobre su cuerpo la inevitable colisión. La música original de Pedro Onetto es quizás el elemento menos descollante, con letras que no llevan a ser pegadizas. Entre la iluminación se destaca un artefacto lumínico que acompaña la escenografía, pero que llama más la atención que el efecto que logra.
El horario de trasnoche de Vacaciones en la oscuridad es una invitación para pasar un buen momento y disfrutar de una espectáculo de calidad y talento, desde lo escénico y lo actoral.  «

La ficha
Vacaciones en la oscuridad

Libro y dirección: Ana Frenkel, Carlos Casella y Daniel Cúparo.
Elenco: Victoria Almeida, Julieta Vallina y Diego Velázquez
Teatro: Sala Pablo Picasso, Paseo La Plaza, Av. Corrientes 1660.

Fuente: Tiempo Argentino

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