Teatro La Hermandad del Princesa y Patos hembras


Una obra y un teatro que se resisten al olvido

Patos hembra, de Beatriz Catani, en el Teatro La Hermandad del Princesa

La Plata, domingo, 17 horas. En la puerta del Teatro la Hermandad del Princesa, en donde hace unas semanas una inmobiliaria retiró el cartel que anunciaba la venta del lote, no hay nadie. De la última concentración oponiéndose a la posible destrucción de la sala quedó un cartel que dice "paren de demoler".

Por la calle paralela, en donde desemboca este enorme terreno, hay algunas personas aguardando para ingresar al Princesa por su entrada trasera. Allí hay un jardín con enormes árboles, enredaderas y construcciones centenarias en buen estado de conservación. En el jardín se construyó una especie de vivero. El lugar responde a una idea de la directora de teatro Beatriz Catani para poder presentar ahí mismo Pato s hembra , su última obra. A la hora señalada, el público se va acomodando en este vivero devenido en una minisala teatral de una enorme sala teatral al que todos llaman, a secas, como el Princesa.

Catani comenzó a ensayar esa obra hace 8 años. La iba estrenar hace un tiempo, pero la mitad de las funciones previstas se debieron suspender por lluvia o por falta de habilitación. "Estamos cansados", dice uno de los actores recordando aquel momento. En este extenso proceso, hubo escenas que se presentaron en el Tacec. Otras, en una sala berlinesa. En ambos casos, bajo el formato de work in progress . Se pudo estrenar recién a fin del año pasado y, quizás, ésta sea la última función (aunque, tal vez, tampoco).

Juan Manuel Unzaga y Germán Retola son sus actores. Son los que quedaron de los originales en este desbocado e intenso proceso creativo (en definitiva, como todas las puestas que llevan la firma Catani). Las 50 personas que estamos en el vivero bien podrían ser que nos estemos topando con los desechos de Patos ... , o el mismo proceso inconcluso, o la obstinación de este grupo o el tránsito imaginario por los diversos espacios del Princesa en el que esta puesta iba a tomar forma hasta llegar acá: al vivero.

Una vez acá, en medio de una postal de un jardín en tiempos de otoño tan perfecta que está al borde del empalagamiento, hace frío. Aprovechando un silencio de la obra, una persona anuncia que hay mantas a disposición. Vienen perfecto como viene perfecto el mate cocido que otra persona ofrece en medio de otro momento de la obra. En medio, no: es que tanto una acción como la otra, sea la "escena" de las mantas como la del mate cocido, forman parte de esta potente experiencia escénica.

Por eso es absolutamente orgánico el recorrido de las manos llevando las mantas de una fila a otra, como son orgánicos los saltos de intensidad actoral o la distorsión de la voz de los dos intérpretes que parecen resistirse a la idea del olvido (tema que Catani indagó en una charla magistral que dio el año pasado en el Malba).

Hay escenas que no están o que no están terminadas. Hay escenas que transcurren en el mismo jardín que remiten a esas mujeres (esas mujeres actrices que se fueron) que empollan los huevos de unos patos. Y hay escenas que dialogan con la misma historia y realidad del lugar. De hecho, Patos ... finaliza con un poema de Quico García. Quico fue un reconocido puestista que compró el Princesa en 1992. Fue pareja de Catani. Murió el año pasado.

Sobre la vida de Quico antes de conocerlo ella, Catani, montó una performance en un ciclo que curó Lola Airas. Eso fue el año pasado. Ahora, con un poema de Quico, culmina Patos hembras . En un pasaje el texto habla de una noche azulada (como la de ahora mismo en la que se escondió el sol) "en la que un grupo de personas compartimos, mágicamente, como un secreto vergonzoso; sueños de segunda mano".

Patos ... quizá continúe (aunque la intensidad del saludo final entre los actores da la sensación de una despedida). De continuar, dependerá de cosas tan difíciles de pronosticar como la voluntad del grupo, las mismas condiciones climáticas o el incierto futuro del teatro.

Sobre este último asunto, durante los últimos días representantes del poder político alzaron la voz reclamando al Ejecutivo que haga respetar la doble protección que tiene este magnífico edificio construido en 1883. Paralelamente, vecinos de La Plata, gente de la cultura y sectores ligados a la defensa patrimonial se volvieron a movilizar el viernes pasado.

Beatriz Catani se refiere a Patos hembras como una obra de mutaciones. Una mutación que toma (o tomaba) forma en un gran teatro que viene redefiniendo su rumbo hace 130 años.

Fuente: La Nación

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