El gorila

Kafka nos lleva al teatro

A primera vista El gorila , la obra de Alejandro y Brontis Jodorowsky (padre e hijo) basada en el relato de Franz Kafka "Informe para una academia", pone en escena la problemática de la opresión y el sometimiento. Pero desde un segundo plano emerge también una reflexión sobre la hipocresía.

La pieza se representa en el teatro Sarmiento y acaba de sumarse a la variada y atractiva cartelera teatral porteña. El trabajo interpretativo de Brontis Jodorowsky, en la piel del simio que informa a los académicos cómo, luego de haber sido capturado a tiros en la selva y a fuerza de indecibles sacrificios y castigos brutales, termina por adquirir las competencias de un mamífero bípedo y (aparentemente) dotado de razón, es monumental.

Hay que distinguir, como bien se ocupa de hacerlo el propio Alejandro Jodorowsky en el texto que acompaña el programa de mano, entre el cuento original de Kafka y el trabajo elaborado por el dramaturgo chileno, que agrega a la obra kafkiana incrustaciones de un tipo de humanismo más característico de la segunda mitad del siglo XX que de la época en la que Kafka escribía. Pertenece a Jodorowsky, por ejemplo, la escena final en la que el simio se rebela ante su suerte e increpa a los académicos por su pobreza de espíritu. El mono kafkiano, en cambio (aunque el tono del relato sea delicadamente irónico), acepta mansamente las consecuencias del destino por el que optó con muy escasa libertad de acción, por cierto. Sin embargo, ambos textos, el original y el dramático, coinciden en identificar educación con adiestramiento. El ser humano pleno debería ser resultado de un proceso educativo, pero aquí se acepta como par entre los hombres al animal que tuvo la astucia de obedecerlos e imitar sus conductas más banales.

Kafka no recurre a la fábula pero sí a la animalidad de sus criaturas (se trate del insecto de La metamorfosis o del simio del "Informe...") para tomar distancia y objetivar los comportamientos humanos en toda su cruenta y prejuiciosa idiotez, en su mezquindad y su hipocresía. La piedra de toque que distingue al humano del bruto es siempre el lenguaje. Y tanto su adquisición como su pérdida (el mono recorre el camino inverso al de Gregorio Samsa) son siempre dolorosas. No importa lo que el mono diga o haga: mientras hable puede vivir entre los hombres casi como uno de ellos. Y no importa lo que Gregorio Samsa sienta o intente expresar: perdida la lengua, ha dejado de ser digno de casi toda consideración.

Según informan desde el teatro Sarmiento, al término de la función de El gorila que tendrá lugar pasado mañana, está previsto que Brontis Jodorowsky converse con el público. Puede ser una experiencia valiosa.

Fuente: La Nación

Comentarios

Entradas populares de este blog

Andrea Gilmour

Susana Torres Molina: Estática

Chamé Buendia: Last Call-última llamada