Campi, el unipersonal

Campi hace reír con talento

Aquellos viejos frecuentadores de sótanos de los años 90 pueden ir tomando nota porque aquel desopilante Martín Campilongo..., es decir, Campi, está de vuelta. Es de aquella época en la que no había stand-up y los actores que mejor manejaban la fibra del humor y la ironía solían encarnar con mayor frecuencia. Ya cuando se alejó un poco de las huestes de Tinelli, Campi demostró en distintas ficciones televisivas su ductilidad para interpretar distintos personajes, auténticas (complejas) creaciones. Ahora se planta en el escenario del Velma con su habilidad para transformarse y encarar distintas máscaras.

El afán de Campi no es hacerse el gracioso ni provocar una risa fácil, a través de cinco viñetas con cinco personajes muy diferentes entre sí refleja situaciones de la sociedad, se nutre de la actualidad (sin abusar del humor político) y hasta se permite la ternura por algún instante. El humor callejero, la picardía y el buen uso de la hipérbole hacen que el espectador ría sin parar a través de un artista que lo respeta, sin apelar a recursos facilistas. Algunas de estas criaturas son más familiares para muchos a partir de la televisión, como Pucheta, el rolinga irreverente; o el adorable Jorgito, que usa su pantalón jogging a la altura del esternón y añora épocas pasadas. También está ese taxista charlatán que todos alguna vez conocimos, y esa vieja huraña, que es casi una pintura existencialista, y el enano fascista que vive encerrado en un country y se asusta cuando se encuentra de frente con un "pobre".

Campi contó con la mirada aguda de Antonio Gasalla en la dirección artística del espectáculo. En el montaje de cada cuadro se utilizaron también técnicas de teatro negro, títeres y trucos de magia que aportan a esta propuesta de humor diferente.

Fuente: La Nación

Sala: Velma Café, Gorriti 5520

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