Había algo en el aire... Fernando


La venganza tiene cara de mujer

La venganza era el placer de varias diosas del Olimpo. De Hera, por ejemplo, siempre lista para tomarse revancha de las infidelidades de su voluble cónyuge Zeus. Y desde luego, en la mitología griega descuella Medea, la maga enamorada -sobre la que escribieron Eurípides y Séneca- que movilizada por tremendo despecho no se contentó con provocar la muerte de la novia de Jasón: también acabó con la vida de los dos niños que había tenido con él? La vendetta que se propone la protagonista de Había algo en el aire? Fernando , tres años después de haber sido abandonada por su marido (que se fue con otra), es mucho más modesta: se mete en la casa que compartió con su ex, espada retráctil en el cinto y termina de armar una bomba casera mientras habla, habla, habla.

De su discurrir inarticulado, se puede inferir que está un tanto desequilibrada o, para decirle coloquialmente, le chifla el moño. De su monocorde diatriba apenas queda claro que él la dejó hace rato, que ella sigue abrazada a un viejo rencor, que Fernando le dijo que iba a volver a los tres años e iban a tener hijos juntos. Aunque ella lo nombra incesantemente, no lograr trazar un mínimo perfil de su ex. Nunca se sabrá por qué la quejumbrosa lo creía "un Zaratustra en potencia", tampoco si pertenecen a él los cuadros que se proyectan (aunque esto último se podría deducir cerca del final, cuando ella dice que F acaba de abrir una muestra de pintura y está en una obra de teatro).

Vale destacar que en los últimos años han proliferado en la cartelera local espectáculos -casi siempre, unipersonales- en los que un personaje femenino gimotea, cuenta su fracaso amoroso, se desespera, despotrica porque Él no llama, cortó la relación o se borró de alguna forma. Lo curioso es que en todos los casos se trata de mujeres jóvenes que parecen no tener otro centro de interés en sus vidas que ese hombre que ya no quiere saber nada con ellas. Chicas, pues, del siglo XXI que dan la impresión de carecer de autonomía, de profesión, de recursos para salir del bajón y valerse por sí mismas. Obvio que las penas de amor a veces no son fáciles de remontar y conciernen tanto a mujeres como a varones. Pero llama la atención que sea muy difícil encontrar un monólogo de un personaje masculino con este grado de dependencia y regodeo en la ausencia o abandono de su pareja.

Había algo? reincide entonces con poca fortuna en esa trillada temática, tratando de sazonarla con la puesta en acto del desquite. Si la venganza es un plato que se come frío, la que quiere llevar a cabo la chica del tutú negro y la mochila, ha de estar helado, considerando el tiempo que pasó desde que él la dejó por un cisne blanco. A Lucía Márquez, de rostro expresivo y mirada suficientemente enajenada, le faltó un texto que diera sustento a su empeño y desarrollara algunas ideas apenas esbozadas. Y le sobró una canción francamente inexcusable.

Fuente: La Nación

Sala: Pata de Ganso, Pasaje Zelaya 3122 (4862-0209) / Funciones: domingos, a las 19

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