Sergio Calvo e Ignacio de Santis: Impalpable



“Puig cuenta la miseria humana”

Sergio Calvo e Ignacio de Santis presentaron una puesta renovada de esta pieza teatral, que crea una historia propia a partir de entrevistas y textos del escritor. La intención de los directores es acercar más la obra al lenguaje cinematográfico.

El 28 de diciembre se cumplieron ochenta años del nacimiento de Manuel Puig. En tiempo de homenajes, Sergio Calvo e Ignacio de Santis acaban de reestrenar Impalpable, una obra inspirada en la estética y el universo del escritor. Los directores no eligieron ni los musicales ni los dramas que escribió Puig mayormente en el exilio, sino que crearon una historia propia a partir de entrevistas y textos del autor de Boquitas pintadas. En Impalpable, tres mujeres viven en un pueblo de la Argentina, en la década del ’50. Una de ellas, Blanca, viaja a la ciudad para cumplir un sueño: convertirse en estrella. Las otras dos, Estela y Liliana, trabajan en una pastelería. La separación, el hambre de triunfo, los secretos que avergüenzan, el sometimiento de la mujer, la ficción como refugio, el hastío en el pueblo y el chusmerío son los ejes de la obra, una historia mínima montada como si fuese una película.

Impalpable ya tuvo dos temporadas, en 2011 y 2012 en Vera-Vera Teatro, y ahora se la puede ver con una puesta renovada los viernes a las 21 en El Extranjero (Valentín Gómez 3378). La música que antes sonaba grabada, compuesta por Nicolás Bari y Matías Niebur, ahora se hace en vivo. La intención es acercar más la obra al lenguaje cinematográfico, lo cual tiene una explicación conceptual que tanto De Santis como Calvo desarrollan en la charla con Página/12. La dramaturgia de Impalpable es colectiva. La elaboraron los directores y las actrices, Catalina Alexander –que ha sido reemplazada por Paula Manzone–, Elisa Bressán y Malena Schnitzer.

–Podrían haber tomado alguna obra de Puig, ya que no han abundado en la escena local. ¿Qué es lo que pretendían llevar del autor al escenario?

Sergio Calvo: –A medida que fuimos trabajando aparecieron distintas cosas. Lo primero fue el chusmerío, que está muy presente en Cae la noche tropical, donde dos viejitas hablan todo el tiempo de una tercera, y en Boquitas pintadas. El imaginario de las mujeres de esa época nos venía muy bien para nuestros personajes. Después también aparecieron los sueños, un tema del que Puig habla en una entrevista en la televisión española: decía que se refugiaba en el cine para vivir otra realidad. En Impalpable, Blanca hace lo que las otras dos mujeres no pueden hacer viviendo donde viven. Estela y Liliana viven a partir de Blanca. Otra cosa que tomamos de Puig es que los personajes no hablan mucho de lo que les pasa. Sin embargo, uno puede entenderlos.

Ignacio de Santis: –Quisimos llevar al teatro su universo, lo que construye su relato, como la vida en los pueblos del interior y el sometimiento de la mujer. En esa época no tenían tanta libertad de expresión y jugaban al chusmerío. En los pueblos todos viven más la vida de los otros que la propia porque se aburren bastante. Viví mucho tiempo en Chivilcoy y en Cañada de Gómez, así que mamé eso de mis abuelos y de mi madre. Igualmente, la realidad del pueblo pasa también en las capitales. La diferencia es que la gente no se conoce tanto. Puig cuenta la miseria humana: habla del deseo de vivir otras vidas y de la creencia de que lo que está afuera de nosotros es siempre mejor.

–La obra de Puig está en sí misma asociada al chusmerío, más allá de que ése sea uno de los temas. Se dice que Boquitas pintadas molestó a los habitantes de General Villegas porque la tomaron como una invasión a sus vidas.

S. C.: –Fuimos a hacer la obra a Villegas, al cine al que Puig iba a ver películas (Cine Teatro Español). Fue alucinante. Creía que allá iba a ser todo muy distinto a como él lo contaba, pero era bastante similar. Lo que él contaba pasa en cualquier lugar. Pero como allá todos se conocen deben haber pensado: “Está hablando de mí”. Es cierto que usaba información de la gente del pueblo, pero eso lo hace cualquier artista. Nosotros también lo hicimos para la obra. Nené (de Boquitas pintadas) es un compilado de un montón de mujeres. Se dice que empezó a escribir ese libro cuando sus amigas habían entrado al sistema que criticaban. El fue muy chusma y eso también habla de él. En sus obras él es un personaje más.

–¿Qué los llevó a Puig?

S. C.: –Cuando estábamos probando cosas con las actrices una amiga me prestó Cae la noche tropical y vi que encajaba con lo que estábamos trabajando. Empezamos a investigar sobre él, a leer novelas y entrevistas. Teníamos muchas escenas sueltas y después encontramos la historia que hoy es Impalpable. Al principio probábamos escenas de bailes, de meriendas de té y de conversaciones entre mujeres que hablaban de otros. Es genial cómo en esos comentarios se filtra la opinión propia. Puig nos organizó el trabajo, aunque generamos nuestra historia. La obra habla de una separación y de lo que nos pasa a todos los actores, que queremos ser exitosos. Nos atraviesan los Oscar, la alfombra roja y el sueño medio americano del mundo del espectáculo.

I. D. S.: –La obra habla de una separación, que es amistosa (la de Blanca y Estela), y del espacio que existe entre el fin de un vínculo y el comienzo de otro. La entrevista que dio Puig a la televisión española también nos marcó un camino. El decía que se escapaba al cine para esquivar una realidad que no le servía, que estaba signada por mucha crisis infantil y por ser juzgado por su forma de vida. Eso nos dio la idea de contar la obra como si fuera una película. La fraccionamos en escenas, el tiempo no es tiempo real, y hay montaje gracias a la luz y a la música.

S. C.: –Cada escena tiene un comienzo, un nudo y un desenlace. Son dieciocho. Cada una cuenta algo y la que viene suma a la que pasó. No es un relato lineal. Hay cosas que entendés cinco escenas después. La puesta simula un set de filmación. Las tres mujeres actúan en esta película que es Impalpable, sin reconocer que están en un set de filmación. Hay ficción dentro de la ficción.

–La obra es una suerte de collage, con música en vivo, una iluminación muy simbólica e incluso distintos registros actorales. ¿También buscaron emular la poética de Puig?

S. C.: –Tal cual. De hecho, fue lo primero que tuvimos en cuenta para empezar a trabajar, antes que lo del cine. El collage nos dio mucha libertad. Usamos monólogos, una escena clownesca y otras más físicas. Hicimos uniones entre escena y escena para que el espectador no quedara afuera. Y usamos distintos tipos de iluminación para transmitir sensaciones y comunicar.

Fuente: Página/12

El escritor en escena

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