Dalí y Lorca, Diario de un viaje imposible



Un encuentro estereotipado

Rolo Sosiuk imaginó el día en el que Salvador Dalí se enteraba de la detención de su amigo Federico García Lorca, en manos del ejército franquista. A partir de este momento comienzan a sucederse una serie de analepsis donde recuerda, en la serenidad de su fama y de su libertad, aquel tiempo compartido con el poeta. Entre ambos había existido, además de una gran pasión, un mismo lenguaje, los mismos deseos de romper con el orden establecido en el arte y el anhelo por cruzar todas las barreras de expresión.

Sosiuk, además de ser el autor de esta pieza, interpreta a Dalí. Esta composición es por momentos estereotipada y la criatura está encorsetada en los rasgos (los ojos bien abiertos, casi sin parpadear), la actitud mesiánica y la postura siempre erguida con los que el pintor buscaba presentarse ante el mundo. En cambio, resulta muy humano el trabajo de Julio Chiorazo, con la tarea nada sencilla de interpretar a Lorca. El actor le imprime a su personaje dulzura, sensualidad y nobleza. Carlos Rapolla, el responsable de la puesta, logró recrear escenas de una gran intimidad entre estos dos "seres plateados".

El debate sobre el rol y el compromiso que debe adquirir el artista en tiempos convulsivos está bien planteado en este texto, quizá con poca neutralidad, en el que Dalí -quien eligió el silencio o no manifestarse en contra de Franco- aparece retratado casi como un villano, mientras Lorca, como héroe. "Cuanto más me acerco al Dalí que imaginé, más me alejo de mí mismo", pronuncia en primera y en tercera persona el personaje de Dalí. Con versos y pinceladas se recrea la historia de dos seres sublimes y de su verdadera identidad: la fidelidad que tenían con su propia alma, la obediencia hacia su propia voz, así como la ficción o transparencia con la que construyeron sus propias vidas.

Teatro: Liberarte

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