Nancy Dupláa: El hijo de p*#@ del sombrero


De Cenicienta a princesa

La protagonista de Graduados ahora trabaja en teatro junto a su príncipe, Pablo Echarri

MAR DEL PLATA.- "La Cenicienta soy yo", asegura Nancy Dupláa. "Me casé con el príncipe, soy feliz. No tenía un mango y hoy soy una privilegiada", resume sin ningún aire de diva, corona ni zapatitos de cristal. Instalada en Mar del Plata, donde hace El hijo de p*#@ del sombrero en teatro con su marido, Pablo Echarri, tras haber protagonizado el gran éxito de la TV reciente, la actriz disfruta de una nueva rutina. Se acuesta más tarde y hay días que despierta a las 11, lejos de los guiones de Graduados y de la presión del rating. El día anterior pudo descansar viendo películas: Leonera, de Pablo Trapero, y Cenicienta ("la primera vez que la vi tenía 10 años") con su hija Morena. Después de que terminó el cuento de hadas, la voz en off anunció que a continuación se emitiría Cenicienta 2. "¿Para qué? Apagué. Ya está. Cerrado. Así se conserva en el imaginario de la gente. Hubo final feliz. Todos contentos".

Este mismo argumento es el que utiliza para explicar por qué rechazó realizar la secuela de Graduados. Jura que ésa es la única propuesta que tuvo: "De verdad. Mejor que no haya nada, si no, estaría inquieta. Ahora necesito descansar la cabeza. Y no voy a salir a buscar nada. En mi vida, las cosas aparecen siempre cuando menos lo pienso".

A los 43 años decidió regresar a la TV después de un hiato en el que tuvo a su tercer hijo, Julián, y luego de distanciarse de Adrián Suar, gerente de programación de Pol-ka, la productora donde realizó muchísimas ficciones.

-¿Interpretás tu regreso a la TV como una revancha?

-No. Soy fiaca. No pienso en cosas negativas. Nunca me propuse hacer este éxito. Y la verdad es que nadie nos ponía fichas. El canal estaba en otra situación cuando comenzamos. Pero sí salimos a la cancha alegres, después de haber trabajado 6 meses en la previa.

-¿Cuál era tu vínculo con la producción [Sebastián Ortega y Pablo Culell] y los guionistas [Ernesto Korovsky y Silvina Fredjkes]?

-Siempre me abrieron el juego. Se me ocurren ideas, pero no sé escribir. Soy bruta. Las digo y después está la habilidad de los guionistas para escribirlas. En un comienzo, la historia se iba a llamar El paseaperros y estaba centrada en el vínculo de tres amigos que se quedan en los ochenta. No me convencía mucho y se lo dije a Sebastián. Al día siguiente me trajo otro proyecto que se llamaba Graduados, centrado en ocho compañeros del colegio. Me caí de traste.

-¿Cuál fue tu aporte? ¿Las ideas que se pudieron ver en Graduados?

-Que Vero Dorio tirase tópicos en la radio y que se desarrollaran a lo largo de 10 capítulos. Y quería hacer algo para el Día del Amigo, que se juntaran todos y que se acordaran de algo bueno de sus enemigos. Daniel Hendler también tiraba muchas ideas.

-Los productores aseguran que sos una líder. ¿Vos hablás en nombre del elenco?

-Siempre tuve complicaciones para expresarme con el que está más arriba que yo, pero con los pares tengo onda. Me gusta abrir el juego, que todos opinen, que todos sean escuchados y que estén contentos. No me gusta pelear, no siento en mí cosas de vanidad ni de inseguridades ni tengo miedo de que me saquen el lugar. No experimento esas sensaciones y en cuanto las siento, me las saco de encima.

-¿Cómo lo hacés?

-Hago terapia desde los 19. Ya tengo en mí mecanismos que conozco y que desintegro si me hacen mal.

-Si no hubieses sido Loli Falsini, ¿qué personaje te hubiese gustado ser?

-Como espectadora, tenía un personaje preferido. El último día de grabación almorzamos todos juntos y les hice esa pregunta a todos. A mí me copaba Vero Dorio [Julieta Ortega].

-Que se queda sola y no tiene un final tan feliz.

-Porque tenía valores inquebrantables. Hizo bien en no quedarse con el paparulo del abogado [Marco Antonio Caponi]. Es una mina con otra cabeza. Superior.

Realidad y ficción se confunden en este diálogo. Los personajes se entrelazan con los actores, con los protagonistas de la vida real. Y así, la nena de Villurca, como le dicen sus vecinos a Villa Urquiza, que era fanática de las novelas de Luisa Kuliok, Grecia Colmenares y Verónica Castro, se vuelve en una heroína de TV. De esa época todavía conserva a tres amigas del colegio: "No todos, pero muchos sábados nos juntamos a tomar la leche. Depende de las necesidades que tengamos y hablamos de las mismas pelotudeces siempre. y morfamos".

A Nancy no la desvela interpretar un papel en su propia vida. "Me cuido porque entiendo los códigos de la TV. ¡Parece que tengo 7 kilos más! Mi cuerpo pasó por tres embarazos, fui mamá a los 40. Acepto quien soy y lo que la edad trae consigo. Pero no me vuelvo loca por la imagen. No juego a ser otra que no soy". Pero algo de princesa hay en este cuento de hadas. Jura que no conocía a ningún diseñador hasta la última entrega de los Martín Fierro. "¡Y de repente me dieron un Evangelina Bomparola! Imagináte. Jamás pensé que me iba a poner uno en mi vida."

-¿Cómo te cambia la vida Graduados? ¿Podrás negociar mejores contratos? Pedir más plata.

-Te juro que no. De afuera parece genial, pero no funciona así. Sí te posiciona, y está bueno, pero la TV es cruel y un día estás arriba y el otro nadie se acuerda de vos.

Fuente: La Nación

Pablo, su marido y su mejor amigo
Sexo, fama, política, videos

Comentarios

Entradas populares de este blog

Andrea Gilmour

Susana Torres Molina: Estática

Chamé Buendia: Last Call-última llamada