Los Grimaldi



Una familia muy normal

Con la producción y el rol protagónico de Nazarena Vélez, se lucen Georgina Barbarossa, Rodolfo Ranni y José María Muscari en esta comedia apta para todo público.

De a uno, los miedos previos de la Nazarena Vélez productora se van sepultando con el correr de las lunas. Los sepulta Georgina Barbarossa interpretando a una torpe cincuentona a la que sólo le interesan el whisky y la plata. Los sepulta, también, Rodolfo Ranni, montado en una silla de ruedas que va y viene por un escenario caliente de tanto pisoteo. Los sepulta ella misma, con muchísima prolijidad y en un papel protagónico.

En definitiva, a los miedos los sepulta su equipo. Porque ahí está la clave de Los Grimaldi -una de las propuestas teatrales que seguramente peleará el podio en la taquilla carlospacense-: cada uno sabe qué lugar ocupa y a qué juega sobre la cancha de tablas.

Como si se tratase de un rompecabezas en la que cada pieza engancha casi a la perfección con la otra. Todas, desde la más importante hasta la más pequeña, en pos de un mismo objetivo: el de aflojar los cuerpos para lograr la risa.

Los Grimaldi son una familia como tantas, en donde las miserias están a la orden del día y se ocultan bajo sonrisas impostadas o caricias por conveniencia. Cada jugador tiene un destinatario diferente. Las cincuentonas mueren por la barba incipiente del tano Ranni; las más jóvenes, por el ex Graduados , Gastón Sofritti; y los hombres se pierden con las curvas cargadas de tonada del crédito local, la cantante -y ahora actriz- Patricia Coki Ramírez.

En esta comedia apta para toda la familia en la que prácticamente no hay excesos -sí, muchas insinuaciones-, hay un triángulo de bases sólidas compuesto por Barbarossa-Ranni-Muscari, que es irresistible para cualquiera. Los dos primeros hacen y deshacen a su antojo. Su sola presencia física en el escenario arranca las ovaciones más eufóricas. El tercero, José María Muscari, resultó una grata aparición dentro del mundillo actoral. Más Diego Pérez y su plasticidad escénica. Como todo buen equipo, Los Grimaldi se hacen fuertes desde esa columna vertebral.

Hay, por supuesto, algunas cuestiones para rever. Por caso, el estricto respeto al libro -escrito por talentoso Atilio Veronelli- ante un público al que le gusta que lo miren un poquito más y que jueguen con él. Que se rompa la famosa cuarta pared del teatro y que improvisen aunque sea un poquito. Pero detrás de lo que a simple vista puede parecer un defecto, también se esconde una virtud: la de una historia redonda que no permite desvíos y en la que nada está dicho hasta el último minuto.

Con un desenlace final cargado de sorpresas donde las verdades salen de a borbotones, Los Grimaldi se perfilan candidatos al podio en el torneo de verano que juegan en Villa Carlos Paz.

El saludo se repite en tres ocasiones, porque desde las 500 butacas ocupadas la gente reconoce el trabajo de estos -no de casualidad- once protagonistas que, como si tratase de un equipo de fútbol, patean la pelota para el mismo arco.

Entonces, los miedos de la Nazarena Vélez productora quedan sepultados bajo un estruendoso huracán de aplausos. La sensación desde la tribuna es que acaban de convertir un gol arriba del escenario.

Fuente: Clarín

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