Gabriel Goity y Miguel Ángel Rodríguez: La jaula de las locas



"Esta obra era una cuenta pendiente"

Los actores estrenan mañana una nueva versión de La jaula de las locas, un clásico de la comedia donde interpretan a una pareja gay que debe ocultar su condición ante la llegada de un familiar. Aseguran que aún hay muchos temas tabúes y sobre su vínculo afirman: "Somos como Gorosito y Acosta."

La historia de Albino y Renato, la pareja gay que lleva adelante La jaula de las locas, un afamado cabaret de los bajos mundos, al que un día les llega el pedido de que disimulen su condición (y situación) a pedido de un hijo de Renato (producto de un "desliz" de juventud) próximo a casarse, ya es un clásico casi universal: nunca deja de estar presente en Broadway y cuenta con películas en varios idiomas, además de distintas versiones teatrales. "Es una comedia que gustó siempre, divina, ya una marca registrada", celebra Miguel Ángel Rodríguez, quien encarnó a Renato en la última versión argentina, en 2007, y que ahora reincide en el papel pero con Gabriel "el Puma" Goity como partenaire principal (en el personaje que hiciera Roberto Carnaghi).

"Javier Faroni, nuestro productor, tenía otros proyectos para que compartamos con Gabriel, pero yo le rompía las bolas para que reflotáramos La jaula...", cuenta el Rodríguez en una pausa de los ensayos que el elenco viene realizando de cara al estreno en el Apolo. Goity coincide: "Cuando le comentaba a Javier la posibilidad de intentar otro proyecto, me decía: 'Dejate de joder, hace La jaula...". Y la verdad es que tenía razón. Es una maravilla. El típico vodevil que se vuelve un clásico. Y el personaje de Albino es divino porque es el que más sufre de alguna manera, el despechado."

–¿Cuál es el atractivo de esta nueva versión para quienes ya la hayan visto?
Miguel Ángel Rodríguez: –Para mí tiene muchas diferencias respecto a las anteriores versiones porque se aggiornó bastante. Pasó mucho tiempo en el medio y había que adaptarla, pasando desde los pequeños detalles como el hecho de remplazar cartas por emails hasta aspectos más profundos como que tenga mucho más ritmo (que no es velocidad, es ritmo), que sea más musical todavía (sin convertirse en un musical) y haya quedado más corta, más resumida. Por otro lado, el cambio principal se da por el lado del elenco, que salvo en mi caso, es todo distinto.
Gabriel Goity: –Eso genera mucha curiosidad.
M.A.R.: –Claro. Y la pareja que hacemos con él es explosiva. Aparece algo muy distinto a lo que tenía en la versión anterior con Roberto (Carnaghi), que por cuestiones de estilo se ceñía más al guión. Imginate ahora jugado al 100 por cien.
G.G.: –Da más disparatado.
M.A.R.: –Hay otro "physic du rol". Carnagui es un genio, pero yo le decia: ¡sos incogible hijo de puta! (risas). Goity no, a Goity le damos (risas).
–¿Qué tiene esta obra que ahora que se ampliaron los derechos civiles y las libertades conserva la vigencia?
G.G.: –Lo que pasa es que todavía quedan algunos tabúes, ¿eh? Y en la obra se marcan. Porque más allá de que avanzamos muchísimo como sociedad, todavía queda mucho camino por recorrer.
M.A.R.:– Lo más importante es que es una historia de amor. La historia de una pareja de 20 años que están juntos, son felices, y uno es el productor, el dueño de La jaula y el otro es la estrella que siempre quiso tener (y la tiene). Entonces cuando aparece el hijo que se quiere casar surge el ¿cómo lo sacamos del medio? Y ahí está la comedia. Porque Renato le dice al hijo: ahora que tu generación empieza a liberarse, ¿me querés encerrar de nuevo en el closet? ¡Una locura! Claro, cuando después aparece la familia de la novia, te das cuenta de que todavía es difícil.
–Trabajaron juntos varias veces, especialmente en Los Roldán. Pero teatro no habían hecho nunca...
G.G.: –Sí, nos costaba coincidir en los tiempos laborales. Pero nos llevámos bárbaro y La Jaula de las Locas era una cuenta pendiente.
M.A.R.: – Pensá que durante dos años el Puma estuvo con El método Gronholm. Por suerte justo entró en esta.
–¿Cómo describirían la química que tienen ante las cámaras o sobre las tablas?
M.A.R.:– Yo lo llevo al fútbol y a San Lorenzo. Somos como Gorosito y Acosta.
–¿Vos coincidís?
G.G.: –Sí, obvio. Aunque yo te haría más un Badmington-Brindisi (risas). Pero sí, tal cual. Es una cosa que me sucede con él o con Jorge Suárez, que me pasa que estoy laburando con ellos y siento que me iría a la platea a verlos. Me divierto mucho con él. Es uno de los pocos que me tienta trabajar. Y eso que yo soy muy amargo.
–¿Y quién sería Gorosito y quién Acosta?
G.G.: –Alternamos. Tenemos esa capacidad.
M.A.R.: – Sí, es cierto, aunque en esta obra en particular Acosta es el Puma, el que tiene que definir.
G. G.: –Claro, porque él lleva la batuta de la obra, es el que recupera y la pasa.
M.A.R.:– El que la para de pecho, tira paredes. Aunque los goles finalmente los meta él. Más allá de que también, como con Gorosito y Acosta en aquella época, hay un equipo atrás. Hay goles de todo el mundo.
–Y siguiendo con la analogía del fútbol, son como esas duplas que si pasan mucho tiempo sin compartir equipo, se extrañan, y vuelven a coincidir.
M.A.R.:– Un poco sí. Esta era una oportunidad que buscábamos luego de Los Roldán.
G.G.: –Nos queda pendiente hacer cine. Tenemos ganas de recuperar ese cine popular que había antes.
M.A.R.:– Sí, el de Olmedo y Porcel. Y todos nos dicen que sí, que hay que hacerlo, a todos les gusta, pero nadie pone la plata (risas). Ya va a llegar...
G.G.: –Cine de artistas populares.
–Y fuera del teatro, ¿son de verse, son amigos?
M.A.R.: –Este laburo te da eso: pasás tanto tiempo juntos que terminás teniendo amigos dentro del ambiente. Algunos son más compañeros y otros más amigos. A Alejandra Darín, por ejemplo, no la veo casi nunca, pero nos queremos mucho y si nos encontramos terminamos compartiendo un café de tres horas.
G.G.: –Miguel es más anfitrión, de recibirte en tu casa. Le gusta organizar asados. Yo soy un toque más amargo.
M.A.R.: –Pero vos también correspondés. Por ahí viene al teatro y te dice: "Bueno, ¿vamos a comer algo? Invito yo."
–Les ha pasado de levantar el teléfono ante alguna situación y decirle al otro: "Mirá, en esta estoy con vos..."
M.A.R.: –Sí, nos ha pasado. A veces adrede y a veces por cuestiones puntuales. Por ejemplo cuando falleció mi madre. Fue ring, "¿hola? Soy el Puma".
G.G.: –Sí, somos amigos. Hay amistad.
M.A.R.: –No hace falta que sea un drama tampoco.
G.G.: –Claro, también nos llamamos por cosas buenas. A mí me alegra que le vaya a bien. Si a Miguel Ángel le va bien, a mí también. «

"Siento que perdimos a una figura cultural"
Tesoro Mío (1999), la película sobre Mario Fendrich, aquel oscuro bancario que un día se fugó con más de 3 millones de pesos del lugar donde trabajaba (el Banco Nación) para cortar por fin con su vida gris, fue el primer protagónico del Puma Goity en la pantalla grande. Pero también la opera prima de Sergio Bellotti, director y agitador cultural que falleció el año pasado para tristeza de la comunidad artística que lo valoraba y supo ver en él cualidades distintivas. Entre ellas, un humor negro de corte porteño que sabía correr los límites de la corrección sin perder la gracia ni el costado humano.
"Vivo la muerte de Bellotti con nostalgia porque era de verdad un director de cine maravilloso, un artista, un apasionado del cine y del trabajo. Un tipo entrañable, un distinto realmente, con quien además me sentía muy identificado", sostiene Goity sobre el autor de La Vida por Perón (2004) y 100 Pájaros (el documental sobre Los Rodríguez, de 2009), entre otros títulos. "De esos tipos para compartir largas sobremesas. Un porteño. Pero no un porteño conservador sino uno entusiasta, emprendedor. Un director de cine que sabía de cine, pero tambien de literatura, de fútbol, de poesía. El universo de Bellotti era muy amplio”, remarca.

–¿Cómo fue el rodaje de Tesoro Mío?
–Todo a favor. Ya que un director te elija para que seas el protagonista de su primera película hace que te entregues absolutamente. Una peli ardorosa por el bajo presupuesto y por las locaciones del bajo Quilmes muy difíciles, rodando casi sin horarios. Pero siempre con mucho amor y pasión. El elenco era extraordinario. Todos tipos y minas que uno admiraba y que ha tenido la suerte de compartir cosas en teatro y televisión y por suerte reencontrarnos en el cine.
–¿Qué caracterizaba a Bellotti?
–Y... Era muy ecléctico. Se descolgaba con un comentario de River de la época de La Máquina y seguía con Haroldo Conti y Pizarnik, luego con un tango de D'Arienzo o con Calamaro a full. Y siempre todo con pasión. El tipo te decía "te canto un tango" y te lo cantaba. Un loco maravilloso. Sabía resumir la locura, la poesía y la otredad que somos todos. Por eso, cuando me llamaron para contarme la noticia, me surgió un llanto merecido. Siento que perdimos a una figura cultural.

Dos actores todo terreno. En 2012 el Puma Goity hizo temporada en Mar del Plata, junto a Ludovico Di Santo con quien protagonizó Extraños en un tren. Ahora interpreta a El Oso en Sos mi hombre, la tira de El Trece. En 2011 a Miguel Ángel Rodríguez se lo vio en tevé en El hombre de tu vida y en Historias de la primera vez.

"Somos una capital gay friendly"
–¿Cómo ven la situación de los derechos gay respecto a estrenos anteriores de la obra?
M.A.R.: –Creo que estamos en una situación diferente. Antes no había ni Ley de Divorcio.
G.G.: –Que Argentina tenga casamiento igualitario y derechos de pensión, jubilación y demás cuestiones marca que se ha avanzado muchísimo, sobre todo en relación al resto de Latinoamérica.
M.A.R.: –Sin duda, estamos viendo otro momento. Somos un país que se abrió mucho más. Sobre todo respecto al resto de Latinoamérica. Por algo somos una capital gay friendly a la que vienen todos los cruceros.
–En ese sentido, ¿sigue siendo una obra transgresora?
M.A.R.: –Es un clásico. Vivimos en un país en donde tenemos políticos que han dicho que tenían la cabeza abierta y el culo cerrado. Entonces no es que se superó tanto.
G.G.: –A mí cada tanto, cuando viajo en taxi, me preguntan: "Che, fulanito tal, ¿es puto?", como si fuera una noticia. Nadie pregunta: "Che, fulanito tal, ¿es macho?". Te dicen: "Es buena gente pero es puto, ¿no?".
M.A.R.:– De todos modos, creo que está un poco más asumido. Tengo el caso del socio de mi mujer que adoptó un pibe o el caso que contó e hizo famoso Pepito Cibrián.

Fuente: Tiempo Argentino

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