Nicolás Kohen: Se vuelve giros


"Buscamos que el espectador se conecte con su fondo poético"

Por Hernán Salcedo

Un espectáculo de clown se sumó recientemente a la amplia oferta de este género que en los últimos años fue conquistando la cartelera porteña. Se trata de “Se vuelve giros”, unipersonal dirigido por Nicolás Kohen que puede verse en el Teatro Actors Studio. En la obra, Gabriel Cohan desarrolla toda la simpleza y sensibilidad de su clown al servicio de una historia sencilla y encantadora.

En un escenario casi despojado de elementos, Ritten (Gabriel Cohan) lleva una vida en la que un día transcurre idéntico al siguiente. Pero no aparenta sufrir esa rutina porque transmite un espíritu liviano y de algún modo alegre. En la historia, esa alegría se transformará en entusiasmo cuando reciba por error una carta dirigida a otro destinatario que lo llevará a tomar una decisión clave: tomar un tren en busca de un amor.

“En la obra está esta cosa del cotidiano que se te transforma en giros: me levanto, desayuno, voy a trabajar. La vida se va volviendo giros a toda velocidad y no te das cuenta del paso del tiempo. Pero no tiene por qué ser algo trágico. La podés pasar bien y disfrutar tu vida en estos giros porque hay cosas que te hacen escapar por la tangente y salirte del círculo”, explica el director en una entrevista con Blog Teatro.

Nicolás Kohen, quien se ocupó también de la dramaturgia, es un actor, director y pedagogo teatral nacido en Uruguay que cruzó el charco por decisión de sus padres para instalarse en Buenos Aires cuando tenía seis años. Tras un breve paso por la Facultad de Medicina, tomó el camino del teatro -esta vez sí por decisión propia- y atravesó una intensa formación en Argentina, Inglaterra y España, en la que se destaca su paso por la Escuela de Teatro de Berty Tobías, de Barcelona, vinculada a la pedagogía de Lecoq. Antes de viajar a España estudió clown en la Escuela de Marcelo Katz, donde conoció al actor de “Se vuelve giros”, quien lo invitó a encarar este proyecto que los tiene más que satisfechos.

¿Qué es lo que le permite a Ritten salir de su rutina en la obra?

Él vive en sus círculos y de pronto sucede un azar, un error, al que uno puede dejar pasar o puede decir “leo este error”. Si te pasan una carta debajo de la puerta y no es tuya podés rechazarla o decir “qué es esto, me hago cargo, la contesto o la devuelvo”.

En algún sentido tiene que ver con el tema del destino.

Los múltiples destinos pueden estar ahí siempre hasta que uno se atreva a ir a buscarlos. Da la sensación de que Ritten quiere.

¿Por qué decidieron contar la historia desde el clown?

Nos conocimos haciendo clown y los dos nos dedicamos bastante al clown. Yo doy clases de clown en la Escuela Marcelo Katz y en mi estudio Cachimba Escuela de Teatros. En el caso de Gabi, el clown es el código donde fluye naturalmente y brilla. No hubo duda de encarar por ahí pero tomando realmente el clown con la responsabilidad de un territorio teatral, con la idea de poder contar una historia con inicio, desarrollo y final, que mantenga la tensión de la gente y que no sea una hilación de números. Se puede contar una historia así de una persona.

Ustedes lo demostraron.

Estamos muy contentos con el espectáculo en lo que es el mundo del unipersonal. Como el clown tiene contacto directo con el público, su interlocutor natural es el público. El público da una mano buena a diferencia de otros géneros.

¿Hay un punto en común entre lo que le sucede a este personaje y el abordaje del clown?

Este personaje de alguna manera tiene una rutina y al ser un clown juega esa rutina, se divierte dándole de comer a las gallinas o limpiando su casa. A medida que se divierte tiene obstáculos y se le dificulta la vida. Después se le complica, tiene momentos de mucha soledad y vulnerabilidad. Él deja ver lo que le pasa.

¿Ese “dejar ver” es importante para el clown?

Eso es clave en el trabajo de clown. El clown no es sólo la rutina del payaso sino toda esta veta de lo emocional, la vulnerabilidad, el dejarse ver.

¿Qué otros aspectos lo definen?

El juego, el contacto con el público, el anhelo de ir hacia un delirio, la vulnerabilidad, el dejarse ver, la risa como el momento constitutivo de lo que es el clown, y la emoción. Lo más importante más allá del género es que al que está en escena le estén pasando las cosas de verdad.

¿Qué significa eso?

Que si el personaje pierde el tren para ver a la chica con la que tiene la cita, el actor se pueda contactar con la desolación de verdad y no actuarla artificiosamente, pueda generar una puerta hacia otra dimensión. Porque realmente se deja ver. Eso es del teatro y del arte en general. Vos ves Van Gogh y se deja ver. En ese momento logra c y puede evocar. Nosotros le mostramos una obra y el espectador la completa en su cabeza. Se produce un encuentro muy fuerte entre actor, espectador y el espectador consigo mismo. De esa manera se vuelve a la primer función que tenía el teatro de conectar.

Mirando hacia atrás, ¿qué te llevó a elegir la carrera de medicina?

Me gustaba la biología y el contacto con la gente, la sanación. Después me pasó que no aguantaba estudiar tanto y me picó el bichito del teatro.

En cuanto a tu experiencia pedagógica, ¿quedó algo de esa necesidad de sanación en tu vocación de enseñar teatro?

Yo creo que sí, aunque es un efecto secundario y no algo que esté bueno decir de primera. Es muy sanador para el alumno trabajar. Mi escuela de teatro se llama Cachimba, que en Uruguay es un aljibe; uno cava, cava, cava, hasta que encuentra algo. En ese cavar vas soltando tensiones, trabas y vas sintiendo cosas. Mucha gente dice que para sanarlo hay que sentirlo. Para trabajar un ejercicio teatral, si vos te quedás ahí hasta que lo sentís hay algo que se afloja, se sana y puede haber algo más profundo. Es una tarea continua.

¿Cómo juega esa idea al momento de montar una obra?

Cuando se dan estos espectáculos el público puede encontrarse con el actor, con uno mismo y poder evocar. Hay un momento de la obra en que saltan las imágenes y te emocionás. Lo lloraste, lo sentiste, te reiste. Ese momento es muy sanador.



Se vuelve giros
Los sábados, a las 22, en Teatro Actors Studio, ubicado en Avenida Díaz Vélez 3842, C.A.B.A. Entradas: $50. Informes al 4893-9883.


Ficha técnica
Ritten es Gabriel Cohan
Dirección: Nicolás Kohen
Música original: Pablo Berenstein
Voz en off: Nicolás Kohen
Vestuario: Analía Gaguin
Escenografía y objetos: Analía Gaguin y Gabriel Cohan
Diseño de luces: Nicolás Kohen
Diseño gráfico: Alejandro Paredes
Asistente general: Leonardo Quiroz
Fotos: Gustavo Jaiyes
Producción: Iris Intilangelo

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