Maite Aranzabal: Cayó otoño en primavera


Lo que el viento no se llevó

En el marco del Circuito Nacional de Teatro, que terminó anteayer, una obra de clown se presentó en pleno corazón patagónico

PUERTO SANTA CRUZ, Santa Cruz.- La séptima edición del Circuito Nacional de Teatro tiene como desafío transformar a ciudades y pueblos del país en un escenario que se va desplazando. Mayoritariamente, este año circuló por ciudades importantes. De hecho, este entramado que organiza el Instituto Nacional del Teatro (INT) concluyó anteayer en la ciudad de Córdoba. Pero hubo algunas excepciones, como la función de un espectáculo de clown en Puerto Santa Cruz.

A lo largo de los 250 kilómetros que separan a Río Gallegos de este pueblo con privilegiada vista a una enorme ría, no hay ni una estación de servicio ni una confitería. Hay viento, mucho. Y guanacos y flamencos rosados, y una extraña belleza natural que coquetea con la monotonía. Patagonia profunda.

Puerto Santa Cruz fue la primera capital del Territorio Santa Cruz. Eso fue en 1884. En 1887, un gobernador apellidado Lista trasladó la capitanía a Río Gallegos. Según cuentan, el motivo de la mudanza fue que este señor se había enamorado de una joven aborigen.

Ella vivía en Gallegos. Todo muy teatral.

Algunos pobladores dicen que Puerto Santa Cruz tenía asegurado un futuro perfecto como ciudad agropecuaria, pero no funcionó. Después, vino el tiempo de ciudad portuaria, pero tampoco. Entonces, surgió la idea de transformarla en una ciudad turística, pero no tanto, y tampoco, aunque algo de eso esté latiendo. Eso sí, y de esto hay registro en el museo regional, de aquí salió el primer club de fútbol que realizó un partido internacional.

Este lugar de unos 4000 habitantes tuvo un cine, el Perfect. Se fundó en 1918. Ahora es un boliche bailable. La ciudad tuvo un teatro, el de la Sociedad Española. Se fundó en 1909. Ahora, se alquila para fiestas. De hecho, una señora está limpiando los restos de un cumpleaños de quince. La ciudad también tiene su centro cultural. La parte histórica da a la cuidada y hermosa costanera. El edificio es de 1916. Su fachada está en perfectas condiciones. Su interior merece ser preservado y restaurado. Tiene, también, su sector nuevo. Se tardó siete años en construirlo y rompió con siete años de sequía sin sala de cine ni de teatro en el pueblo. Se abrió hace siete meses.

En el sector nuevo se construyó un gran salón de usos múltiples que también funciona como espacio teatral. En estos momentos, la actriz rionegrina Maite Aranzabal y su técnico están montando Cayó otoño en primavera, el espectáculo que se presenta esta noche. La cosa viene un tanto difícil porque la sala no está equipada (de hecho, de Comandante Piedra Buena están trayendo tachos de luces para tratar de zafar).

La que está intentando acomodarse a lo poco que ofrece el lugar es, precisamente, la actriz. Maite nació y vive en General Roca, Río Negro (aunque ella prefiere referirse a su ciudad como Fiske Menuco). En uno de los tres restaurantes de Puerto Santa Cruz, y mientras afuera el viento adquiere forma propia, cuenta que hace años, junto al grupo Los Mestizos, hizo una película independiente. Se llamaba Sobre las tablas. Contaba la historia de un grupo de actores que iban en una camioneta de un pueblo patagónico a otro llevando una obra de vanguardia. En verdad, reconoce, estaban contando una historia que habían vivido.

"En cierto sentido, la película daba cuenta de una época en la que los actores patagónicos nos pasamos recorriendo enormes distancias para llegar a hacer unas 20 funciones. Nos movíamos en vehículos viejos o en micros que se negaban a subir nuestros bultos. Todavía me acuerdo del lío que nos armaban cuando nos veían llegar a la terminal con los 32 bultos que tenía uno de los espectáculos... En esos momentos, todo estaba ligado a la posibilidad de viajar, y el viajar implicaba recorrer

enooormes distancias. Ahora, cuando observamos aquello, nos damos cuenta de que éramos unos empecinados. En la actualidad, el mapa sigue siendo parecido, aunque, con la aparición del INT, se domesticó un poco esa especie de cosa hostil, de llegar a un pueblo en donde tenés 20 espectadores y hace frío, y hay mucho viento, y la gente no cobró todavía su sueldo", cuenta.

La adversidad

Desde hace un tiempo, la realidad es otra. De hecho, con esta obra dirigida por Darío Levin, está en plena gira por el país gracias a la ayuda del INT. De todas maneras, llegada la hora de la función, en las 350 sillas disponibles debemos de ser unas 40 personas. Maite conoce estas situaciones. Por eso, ya en plena función, despliega todo su vuelo porque tiene oficio, porque tiene talento, porque la obra tiene recursos propios y porque sabe conectarse con cada uno de los espectadores, aunque la arquitectura del lugar y sus dimensiones no la ayuden. En muchos sentidos, Maite sigue siendo una empecinada.

Dania Luque es la directora de Cultura del lugar (otra empecinada). Es la que está un poco apenada por la escasa convocatoria. En su imaginario, todavía está aquella función, de hace cosa de un mes, cuando llegaron hasta aquí unas 300 personas. Esta vez no. De todas maneras, tanto ella, como Maite, como los organizadores de esta red de festivales saben que el real desafío de todo esto es intentar recuperar ciertos hábitos culturales. Y eso, claro, no se consigue de un día al otro.

Como la gran mayoría de los habitantes de esta ciudad, que parece saber cuidar a sus edificios de valor patrimonial, Dania no nació acá. Como la gran mayoría, dice que no es fácil acostumbrarse al viento. Y como la inmensa mayoría, dirá en algún momento de cualquier charla: "Acá dormimos con la puerta abierta, no tenemos problemas de seguridad como ustedes, en Buenos Aires". Es la que pregunta varias veces y de manera sumamente tímida: "Pero... ¿por qué se vinieron a hacer una nota hasta acá?".

Su trabajo no debe de ser fácil. Por lo pronto, Cultura de la municipalidad no tiene presupuesto propio. La provincia no corre mejor suerte. Según datos de 2009, registrados por el SInCA (Sistema de Información Cultural de la Argentina), la provincia de Santa Cruz destina el 0,18 por ciento a Cultura. Es uno de los porcentajes más bajos del país. Chubut, por ejemplo, destina el 0,31, y Tierra del Fuego, el 1,12. En el portal de la gobernación, en el apartado dedicado a Cultura aparece el siguiente aviso: "Sitio en construcción".

"En la Patagonia, todo es bastante duro -reconoce Maite Aranzabal-. En Río Negro, hemos tenido siempre una relación fantasmática con Cultura provincial. Recién en los últimos años volví a escuchar de Cultura de mi provincia por algún convenio que se había firmado con el Instituto. Lo que quiero decir es que, más allá de eso, yo siento que no hay nadie ahí."

En este aquí y en este ahora, lo que están ahí son esas 40 personas en medio de un sala sumamente fría para una propuesta de este tipo. Pero esta payasa por vocación transforma a la dificultad en, casi, una serie de gags de enorme ternura. En perspectiva, la foto del público desparramado en medio de este espacio y Maite, con su nariz roja, en el escenario, parecen ser la imagen de un sitio en construcción verdaderamente inquietante. Un sitio ganado por gente empecinada que hay que proteger del viento.

Fuente: La Nación

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