La razón blindada

Un juego dramático de bella poética

La razón blindada es uno de los últimos textos escritos por Arístides Vargas y forma parte de una serie de piezas que buscan recuperar del olvido ciertas vivencias personales del autor argentino/ecuatoriano. Aquí la historia se liga, en un comienzo, con una instancia en la vida de su hermano Chicho cuando, en tiempos de la dictadura, estuvo preso en el penal de Rawson. Allí los detenidos tenían una modalidad muy particular a la hora de entretenerse. Sentados en unas sillas jugaban a representar textos narrativos o dramáticos. De alguna manera, ciertas ficciones los obligaban a desarrollar sus imaginarios, afirmando así sus capacidades personales de inventiva, lo que hacía que se desvincularan, solo por un rato, de los horrores de un tiempo trágico.

Para construir La razón blindada, Vargas combina cuestiones de El Quijote de Cervantes y La verdadera historia de Sancho Panza, de Franz Kafka, y logra armar una extensa y profunda reflexión sobre la condición humana en tiempos difíciles. La experiencia local, que dirige Florencia Suárez Bignoli, sigue la puesta ideaba por el autor y director para la versión original del grupo Malayerba. Los intérpretes, sentados en sillas móviles, van desplazándose por el espacio en torno a unas mesas, generando un circuito de energía en el que van afirmando, no sólo esa alocada relación entre Quijote y Sancho, sino que sus dichos irán encontrando una manera segura de provocar al espectador, quien pocas veces puede escapar a la sensible poesía de ese bello texto dramático.

En lo actoral, el espectáculo expone ciertas fisuras. Ambos intérpretes -Daniel Begino y Roberto Monzo no terminan de introducirse de lleno en las conductas de esos personajes, que necesitan inventar un juego que los obliga a transitar los más diversos estados emocionales. En algunas situaciones asoma una crispación innecesaria que imposibilita que la historia fluya por sus canales correctos. Hay una necesidad de anteponer el personaje al texto, cuando en verdad siguiendo las palabras puede construirse un mundo sumamente intenso. Aun estas observaciones, la obra tiene una fuerte elocuencia, sobre todo porque el mundo de Arístides Vargas logra sobreponerse con creces a ciertas rutinas escénicas.

Fuente: La Nación

Sala: Andamio '90 (Paraná 660) / Funciones: sábados, a las 22.30

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