Flavio Mendoza





Flavio Mendoza: “Lo que me pasa es irreal”

Se hizo popular en “ShowMatch”, donde de participante saltó a jurado. Hijo de una humilde familia circense, su espectáculo “Stravaganza” fue lo más visto de la última temporada. Y va por una carrera internacional.

Tiene la cabeza cubierta de decolorante, y está en su camarín apenas cubierto por una bata de toalla inmaculadamente blanca. Acaba de terminar un arduo día de ensayos del nuevo espectáculo que llevará a Carlos Paz, y ni siquiera su angina lo detiene. Flavio Mendoza es un trabajador incansable, uno que apuesta por todo aquello con lo que sueña sin cederle ni un milímetro al azar. De eso -y otras cosas que lo pintan de cuerpo entero- habla con Clarín .

“ Stravaganza -Water in the Art - se queda en Buenos Aires (está en el Broadway) -cuenta con entusiasmo-, con el mismo elenco, salvo yo, mi lugar va a ser ocupado por varios bailarines y Facundo Mazzei. Quiero sacar esa idea personalista de los espectáculos, eso de traer cuatro o cinco figuras para atraer al público.

Stravaganza cambió eso, quiero que los espectáculos sean un formato, con mucho talento, en el que la estrella sea el espectáculo mismo. Sigo trabajando en esa idea. Para Carlos Paz estoy armando Stravaganza-Estados del Tiempo- , en el que el leit motiv va a ser un cielo gigantesco, con unas proyecciones increíbles. Es acerca de cómo los estados del tiempo influyen sobre las emociones de las personas, y hasta tiene un toque ecologista. Va a ser más sensorial, porque la gente va a poder sentir los cambios gracias a unas maquinarias nuevas; va a tener mucho más tecnología que el anterior y más artistas: 50 personas en escena.” ¿Apuntás a ser una gran compañía con varios elencos y distintos espectáculos dando vueltas por todas partes?

Me parece que es hora de que los argentinos, que somos tan generosos con los extranjeros, empecemos a exportar cultura.

Stravaganza ha tenido muchísima repercusión acá, eso marca historia, y también en otros países. El mes que viene, cuando ya me baje de Water in The Art , tengo que viajar a Nueva York una semana, porque tengo una reunión con empresarios que quieren llevar el espectáculo a Israel y así ver si se puede armar una gira internacional. Igual, quiero ir con pie de plomo, no quiero ampliar tanto la cosa y que se convierta en un pulpo que no se pueda dominar. Prefiero esperar hasta dominar bien la calidad de estos dos espectáculos, que sean muy buenos, y no montar una máquina de hacer chorizos. En fin, explotó una bomba buena, y es muy difícil resistir la tentación de, por ejemplo, llevar el espectáculo a Israel, y a la vez como a mí en Israel no me conoce nadie puede ir Stravaganza sin mí, que es lo que yo busco. En algún momento me quiero bajar, poder ser un creativo exclusivamente, y no tener que estar exponiendo mi cuerpo, que es muy duro.

Sobre todo cuando vos ya no tenés 18 años y esto tiene exigencias de alta competición.

¡No, claro, yo ya voy para 37 años! Y esto es más de elite... De hecho, para el nuevo espectáculo tengo gimnastas como Federico Molinari, que es olímpico. Yo no soy de esos artistas que necesitan estar arriba del escenario para que su ego esté a flor de piel. Mi ego va más por ver que tengo un elenco maravilloso de artistas.

Vos venís de una familia muy humilde. ¿En qué momento tuviste la certeza de que todo lo que soñabas iba a poder concretarse?

Yo soy una persona muy insegura. Sin embargo, siempre tuve montones de ideas, de impulsos por hacer ciertas cosas que fui postergando, por mi inseguridad, por tabúes, por pertenecer a una familia de circo que vivían como nómades, por vergüenza a que si decía que me quería dedicar a la danza iban a decirme que eso no era ser un artista de circo. Y con el tiempo aprendí a mezclar todo lo que soy en mis coreografías, a ponerles mi esencia. Y en eso, con Romina Propato, con quien trabajo desde los 18 años, encontramos el equilibrio perfecto: yo aporto circo y danza, y ella aporta la danza con pureza estilística. Si llegué a donde llegué es por eso, y porque soy un buscador obsesivo, nunca descanso. De todas formas, mi gran éxito es mi familia, y les estoy muy agradecido a todas las personas que me fueron dando oportunidades de hacer lo que hago.

Sos muy perfecccionista, ¿no?

Sí, soy muy autocrítico y nunca me conforma nada de lo que hago.

¿No habría que frenar un poco?

Y sí, mi hermana me lo dice todo el tiempo. Si las cosas no salen como tienen que salir, me enoja, soy bastante cabrón. Pero bueno, esa característica mía no me impide disfrutar; disfruto a mi manera, cuando termina la función y caigo en esa especie de estado alfa.

¿Tu cabronería es lo que te lleva a tener frentes abiertos con varias personas a cada rato?

En lo mediático, fui de la generación de esta nueva ola en la tele, que ahora entiendo más y ya no quiero ser el peleador. Estoy tratando de cambiar mi perfil, pero tengo mi personalidad y tengo pocas pulgas. A veces tengo impulsos de saltarle al cuello a alguien y me contengo, pero es todo un tema controlarlo.

Por ejemplo, Diego Reinhold twiteó: “Fui testigo de cómo todo un elenco era amenazado con ser despedido si el sindicato reclamaba sus derechos”. Nunca contaste qué pasó...

Primero, hay que ver en qué momento de su día twiteó eso y en qué estado estaría... Segundo, es un tipo muy talentoso que conmigo fue muy ingrato. Se fue sin siquiera decirme: “A pesar de nuestras diferencias, hicimos un gran espectáculo”, qué sé yo… El me demostró que solo había ido por el dinero y no por otra cosa. Pidió una fortuna por la temporada, ganó 500 mil pesos por el verano, y para venir a Buenos Aires volvió a pedir una fortuna que no era lógica. Creo que twiteó eso porque Stravaganza siguió siendo el espectáculo más exitoso sin él. Y me extraña que diga eso, porque ha habido montones de accidentes en el verano, y lo he visto salir del camarín y pasarle por arriba a un compañero con la rodilla salida sin siquiera preguntarle si estaba bien. Yo seré un cabrón, un puteador, pero no soy mala gente. Yo lo quería a Diego, y le deseo lo mejor... pero la verdad, que siga twiteando y que la próxima vez no sea cagón y no borre lo que twitea.

¿Alguien podría pararte en este momento de tanto éxito?

Con lo que cuesta vivir en este país, yo soy un afortunado, y ya no sé cómo agradecerle a la gente. Lo que me pasa a mí es irreal. Muchas veces pienso que no voy a bajar, no voy a hacerme cargo de ese mandato. Voy a apostar siempre todo lo que pueda y si algún día tengo que bajar, bajaré... Pero me van a tener que obligar (suelta una amplia, sonora carcajada).

Fuente: Clarín

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