El primer domingo


Intriga extensa en el living


A la luz de los tiempos que corren, la corrupción parece ser por naturaleza inherente al hombre. No importa la época ni el lugar. Por eso, el tema de El primer domingo , escrita en 1969, tiene vigencia en la actualidad, aunque en la traslación temporal que realiza el director Néstor Zacco, llevándola a 2001, está tratado en un nivel superficial solamente para contar una anécdota y con un tratamiento desactualizado.

La oportunidad de pasar un domingo en una quinta se convierte para el matrimonio de Teresa y Felipe en un acontecimiento que les permite escapar de una rutina pobre, generada por la falta de recursos económicos. Esta invitación parte de Julio, a pesar de la disconformidad de su esposa Viviana, quien en estos momentos no parece disfrutar de los beneficios que le brinda una vida social y económica totalmente desahogada. La excusa que ofrece Julio para justificar la invitación es que se trata de un simple encuentro con un ex compañero de trabajo, pero no sirve para convencer a Viviana, quien sospecha de que se trata de algo turbio. Y no se equivoca, porque esa reunión que deja de ser amena sirve para mostrar la amoralidad, la apatía, las profundas convicciones y el oportunismo de cada uno de los personajes.

El planteo de la obra se basa en la necesidad de crear un extenso suspenso en la generación del conflicto, con parlamentos reiterados (el estado del tiempo, los recuerdos paternales de Felipe, etcétera), que no hace otra cosa que dilatar el tiempo de la acción hasta que al fin se conocen las causas de tanta intriga.

La puesta se limita a un living donde transcurre toda la obra, incluso cuando las situaciones remiten al exterior de la casa, donde se utiliza el recurso de los diálogos en off mientras el público sigue viendo el living vacío. Pero donde más se nota la falta de una mano segura es en la dirección de actores, donde Sergio Sánchez de Bustamante (Julio) aparece siempre muy subrayado, sin matices, en la condición de hombre superado, amoral y calculador. Alicia Nieva, por su parte en la piel de Viviana, por las características de su personaje se muestra muy crispada y tensionada, sin demostrar cuál es su línea de pensamiento ni sus reales intenciones.

Por el contrario, Ulises Puiggrós y Nancy Barbero ofrecen una interpretación más verosímil con un apropiado trabajo interior.

Un dato no menor: sería interesante para sostener la propuesta que se pudiera escuchar todo el texto, el que a veces sucumbe ante la falta de proyección de voz y una deficiente articulación de las palabras.


Fuente: La Nación

Sala: Teatro del Sur, Venezuela 2255. Funciones: sábados, a las 20, y domingos, a las 18.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Andrea Gilmour

Susana Torres Molina: Estática

Chamé Buendia: Last Call-última llamada