Muero de ti


El absurdo juego del amor

Muero de ti es una obra que propone indagar el conflicto amoroso, las obsesiones, las idas y venidas, los lugares comunes a los que todos caen por amor, de una manera graciosa, divertida pero, sobre todo, absurda.

Tres chicas conversan en un sillón. De fondo, música de los 50 que, sumada a los colores chillones de sus vestuarios, da una sensación de fiesta, juventud, alegría. Una de ellas no parece estar tan feliz, no le encuentra la vuelta a su nueva conquista, y sus dos amigas no paran de tirarle tips de cómo hacer para que caiga rendido. Una charla que sucede seguido en el seno de los grupos de amigas. Los consejos son de los más variados: no lo llames, hacete la desentendida, aguantá, aguantá, y desde el principio vemos, entonces, que el amor en esta obra está lejos del paraíso y muy cerca del infierno. Suena el teléfono? el teléfono se hace presente, así, como un personaje más. Es que en este tipo de conflictos esa llamada, tarde, después de unos días de no saber nada de nada de él, es lo que más se espera, lo que la llena de ansiedades y ahí, en ese mismísimo segundo, se tiene que hacer presente la entereza de una mujer. Es su oportunidad para demostrarle que estuvo bien sin él todos estos días sin parecer del todo antipática, sin perder de vista que lo quiere, que desea verlo, y que lo ama. Un compendio de situaciones ridículamente comunes, pero que divierten y seguramente encuentran eco en la platea.

Sin embargo, cuando creemos que vamos a estar durante una hora inmersos en los laberintos femeninos, casi como una suerte de Sex and the C ity , la obra se dispara hacia el absurdo y hace que eso se vuelva una anécdota para poder ir más allá y llegar al extremo mismo. Así, la propuesta comienza a abandonar el realismo para parodiar estos lugares comunes y llenarlos de humor. Muy bien sincronizados, los personajes se van dando lugar uno a uno, y el caos se adueña de la pieza. Mezcla de ficción, realidad, cine, absurdismo, humor, Muero de ti avanza como una especie de collage y cada vez es más delirante, pero también más crispada, chillona y eufórica. Por momentos, no se entiende bien su sentido, pero, en otros, parece ser muy efectiva.

Las actuaciones no están del todo parejas y eso, de a ratos, molesta. La escenografía es escasa, pero precisa, y resuelve perfectamente todos los rincones dramáticos. Por su parte, las luces hacen lo suyo para darle el ritmo necesario a cada escena. Un buen programa de sábado por la noche... y si es con amigos, ideal.

Fuente: La Nación

Sala: Tadrón Teatro, Niceto Vega 4802. / Funciones: sábados, a las 23.

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