Mónica Antonópulos: Macbeth



"Como mujer estoy modificada, buscando mi traje"

La actriz, que acaba de ser madre de su primer hijo, interpretará a Lady Macbeth en el San Martín, dirigida por Javier Daulte.

Es la segunda vez que se sube al escenario de un teatro. Sin embargo, lo que la tiene más concentrada es otro debut: el de madre. Mónica Antonópulos fue convocada para encarnar a Lady Macbeth en el Teatro San Martín apenas había dado a luz a su hijito Camilo, de quien no puede dejar de hablar en ningún momento. Por su maternidad, ya había rechazado un proyecto en ese mismo teatro, pero este la atrajo, sobre todo porque podía arreglarse con esta nueva aventura de ser madre. Así fue como entre mamaderas, baberos y pañales los textos de William Shakespeare fueron ocupando lugar en la casa de Antonópulos y dándose un espacio para que ella pudiera conjugar sus amores: la actuación y Camilo.
La obra está dirigida y versionada por Javier Daulte y, entre otros, tiene en el elenco a Luciano Cáceres, con quien Antonópulos compartió los estudios de filmación en El Elegido. Eso fue otro de los puntos a favor para que la actriz aceptara el papel. "Es un grupo muy cálido, es increíble poder trabajar con ellos", exclama la actriz recién llegada a la entrevista con la angustia de haber dejado llorando a su pequeño hijo. "¡Es horrible! A veces lo traigo pero hoy el clima no está para que lo saque, ¡si después se enferma...!", dice entre culposa y risueña. Protagonizar a Lady Macbeth en esta etapa de su vida no fue lo más fácil para la actriz. Esta mujer símbolo de la ambición y de la avaricia no pegaban con la sensibilidad extrema que tiene hoy como eje la vida de Antonópulos. A pesar de eso, la actriz sacó a relucir toda su vocación, recordó lo que sintió la primera vez que pisó las tablas y arrancó con Macbeth.

–¿Cómo te sentís con esta experiencia en teatro? ¡Y haciendo Lady Macbeth!
–Sí, semejante personaje, semejante sala, semejante todo en este momento donde todo es semejante. No encuentro una palabra para describir cómo lo estoy llevando, encuentro palabras positivas y palabras caóticas. Es muy intenso todo, todo está maximizado en mí. Así de grande como es la sala, es grande todo. Es un proceso distinto al que estaba acostumbrada. Recibí la convocatoria hace dos meses y medio. En el proyecto inicial estaba Leticia Bredice y yo venía hablando de que iba a ser buenísimo verla a ella en ese papel, pero por cuestiones de tiempo, se bajó. Me llamaron y yo ya había sido madre y me pareció buenísimo pensar cómo hago. Todavía me persigue el cómo hago...
–Y… hasta que no estés en escena te lo vas a preguntar.
–Sí, además del proceso natural que tiene el teatro es diferente al de la tele que arrancás y lo ves inmediatamente. Acá la sensación es como que se alarga, y toda esta previa es precalentamiento, ajustás, pero como recién se arranca con el público, es el 50% del proceso.
–¿Cómo te llevás con el mundo Shakespeare, tenías el ejercicio de lectura de sus obras?
–Tenía las lecturas de las obras clásicas de cuando estudiaba con (Raúl) Serrano, pero siempre me escapaba de los monólogos porque me asustaba, veía dos o tres cositas y me iba. No quería exponerme en una clase de teatro donde quería sorprender al director… Después cuando empezás a trabajar, el prejuicio y el miedo se van yendo porque sí, es Shakespeare, pero tenés a favor que son obras escritas en forma tan excelente que no te queda nada suelto. Uno tiene que romper con esos preconceptos de que está haciendo Shakespeare y descubrir que es como actuar cualquier obra.
–¿En qué cosas te apoyaste para armar el personaje?
–En nada. No sabía desde dónde encararlo o desde dónde quería verlo Javier (Daulte), pero se fue construyendo con él y con mis compañeros del elenco. Fue tomar las escenas como algo individual, no marcar el personaje de determinada manera, permitirme la libertad con el otro y permitir que se modifique a esa Lady Macbeth que uno tiene. Obviamente sí de todo lo que está prefijado, de su potencia, de su inducción, de sus mecanismos para lograr el objetivo, del amor que le tiene a Macbeth, de su ambición. Cosas que están en otros personajes teatrales pero que  acá son distintas.
–Después de trabajar tanto en televisión, ¿te costó adaptarte a la dinámica del teatro?
–Acá es distinto el proceso. Pero Javier te marca y te ve todo, te guía y te acompaña, están todos tus compañeros. Todo va gestándose de a poco. En la tele con todo lo que hacés la sensación es que es muy chiquitito y acá todo tiene que ser muy grande. Con eso la tuve que remar, tuve 870 mil dificultades. Acá tenés que movilizarte, mover las manos, es como mucha la libertad para construir. En cambio en la tele te sentís Pulgarcito. Cuando te ven en la calle te dicen: "Ay qué chiquitita sos." Acá tenés que llenar todo ese espacio, tenés que aprender el uso del espacio, esto de que el público es la cuarta pared. Cuando hago tele, sé que está la cámara pero no soy mucho de jugar, interactúo mucho con mi compañero, y acá, por ejemplo le doy la espalda al público… Me olvido, el espacio es muy grande.
–Es muy bueno que puedas vivir esto en esta etapa de tu carrera, después del éxito de El Elegido.
–Para mí esta etapa está atravesada por la maternidad. Es un momento en el que como mujer estoy modificada, buscándome mi traje. Si tuviese que hacer otro personaje también me pasaría. Pero acá es más fuerte porque es un personaje opuesto. Macbeth tiene textos en los que habla sobre la leche materna, y yo tuve que estudiarlos con mi hijo mamando. Son energías fuertes pero también opuestas, que por momentos digo, está buenísimo pero por otro lado siento que vibro muy distinto.
–Mientras algunas mamás se toman licencia cuando nace su hijo, vos arrancaste a trabajar en ese momento...
–Sí, me habían ofrecido antes un personaje en Recordando con ira pero tenía otras implicancias en términos horarios así que pensé que era un proyecto que podía esperar. Cuando llegó esta oportunidad sentí que había algo que tenía que experimentar y atravesar. Cuando sos mamá, hay momentos en que estás como a media sombras y esto te despierta. Me pasó encontrarme con miedos, de decir: "¿Será que no puedo actuar nunca más? ¿La llama que tenía se convirtió en una mamadera?" Por suerte, Javier es un dulce. No podría trabajar con otro tipo de persona que te esté presionando. Mejor experiencia no me podía haber tocado.
–¿Tenés muchas expectativas con el estreno?
–Tenía muchas ganas de hacer teatro, cuando estaba haciendo El Elegido hubo tres obras que estuvieron dando vueltas y no se dieron. Después cuando quedé embarazada también me ofrecieron y no pude. Mi única experiencia fueron 15 minutos en el escenario haciendo Extraña pareja. De esos 15 minutos yo me acuerdo que pensaba:  "Quiero hacer esto toda la vida." Así que ahora estoy feliz viviéndolo dentro de mi caos.
–¿Ves televisión? ¿Te dan ganas de estar ahí?
–Sí, estoy contenta de todo lo que veo en la televisión, hay muchísimas cosas. Veo Graduados que me parece que están todos divinos. Me divierte muchísimo y además les está yendo muy bien. Después vi algunos capítulos de En terapia un formato que me encantó, El donante, y por supuesto Dulce Amor para ver a mi amiga Calu Rivero.

Mónica no deja de pensar en Camilo, mientras posa para las fotos cuenta que su hijo es de Tauro y se sorprende de terminar tan rápido con la sesión. "¿Cuándo venís a ver la obra?", pregunta nerviosa. "No vengas al estreno, ¿no? Vos me llamás y me preguntás cuándo ya estoy lista para que vengas a verla", dice entre risas y sigue con su tarde de entrevistas.   «
 
"El elegido tiene que volver"
Lo que quedó de Greta. Para Mónica la experiencia dentro de El Elegido la marcó. Ve en Lady Macbeth rasgos de Greta y partió de ahí para pensar este personaje que hoy tiene que encarar dentro en el teatro San Martín. Greta era una abogada ambiciosa y cruel cuya moral siempre tambaleaba de acuerdo a su objetivo. La tira fue una de las más exitosa del año pasado, y para la actriz, la referencia a ella le resulta totalmente inevitable.

–¿A qué creés que se debió el éxito de esta tira?
–A la elección de la gente, los actores, sobre todo como seres humanos. Fue una comunión de momentos de personas, para mí tiene que volver, ahí hay una familia. Cada vez que nos juntamos queremos volver. Trabajar con El Árbol es lo mejor que te puede pasar, hay actores-productores que por ahí no te tratan tan bien, pero es como un antes y un después trabajar ahí. Sabés que así resulta, hubo atención de todo, nada era porque sí, desde el vestuario, el libro, lo que te pasaba a vos, te escuchaban, como el proceso del teatro.
 
Macbeth, de Daulte
El director y su concepción de la obra. "Se ha dicho una y mil veces; Macbeth es la obra acerca de la ambición. Harold Bloom no lo discute, pero agrega que se trata de la tragedia de la imaginación. Acuerdo por completo con esa apreciación. También creo que es una tragedia de juventud. Tal vez, ambas cualidades de lo humano –imaginación y juventud– converjan en una misma y peligrosa frontera, tras la que todo es posible, desde lo sublime hasta la catástrofe", explica Javier Daulte acerca de su adaptación. "Estoy convencido de que cada sujeto humano es capaz de cualquier cosa. Ser humano es peligroso. Nada nos garantiza que no podamos ser, aunque sea por un minuto, tan enormemente crueles como Macbeth.
La obra es una versión traducida por Daniel Zamorano, con versión y dirección de Javier Daulte. El elenco está integrado  entre otros por Alberto Ajaka, Mónica Antonópulos, Luciano Cáceres, Agustín Rittano, Julieta Vallina, Alberto Suárez, Leonardo Saggese, Fabio Aste, Leticia Mazur, Débora Zanolli, William Prociuk, Joaquín Berthold, Emiliano Dionisi. La coreografía es de Carlos Casella, la música de Diego Vainer.

Fuente: Tiempo Argentino

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