Cristian Palacios: Damiens, el cuerpo de los condenados



Reflexiones sobre un texto de Foucault

Cristian Palacios habla sobre esta puesta inspirada en Vigilar y Castigar, la reconocida obra del filósofo francés. "El texto funciona como cajas chinas, que haya un solo actor no implica que haya un solo personaje", afirma el intérprete. 

En el nombre de Foucault" podría llamarse esta apuesta teatral, pero sus autores decidieron llamarla de otra forma. Tal vez por eso Damiens, el cuerpo de los condenados se sube a una propuesta tan novedosa como particular que hace de Vigilar y Castigar, el célebre texto del pensador francés, el núcleo reflexivo de toda una obra. Escrita e interpretada por Cristian Palacios y dirigida por Paula Brusca, se trata de una dramaturgia sobre la vida de Robert Damiens, el fallido asesino de Luis XV, que fuese ejecutado de manera pública antes de que Francia explotase por medio de su famosa revolución. A la hora de ver cuál fue el disparador para que semejante tópico se transformase en pieza de representación, Palacios le da el crédito a Brusca, casi en su totalidad. "Es que surgió por una idea suya", aclara el actor. "Ella quería trabajar con un texto de Foucault, exactamente con el comienzo de Vigilar y Castigar. Sobre la base de ese texto comenzamos a experimentar qué nos sugería eso. La primera aproximación no fue lo que buscábamos, pero al empezar de nuevo terminó saliendo la obra como está hoy en día. Básicamente toma la idea de Foucault, más algunos argumentos que nosotros ampliamos. El texto de él habla de Damiens y de su condena a muerte en el siglo XVIII en Francia, y nosotros le agregamos información de otros documentos. Luego tratamos de entender a ese ser humano que vivió hace unos 200 años", aclara.

–A priori la obra tiene mucho de reflexión. ¿Fue una consecuencia buscada o surgió durante la construcción del texto?

–A nosotros nos gusta la reflexión, que de hecho está presente, pero aparece planteada de otra forma, a manera de interrogante, con escenas directas, y no tanto con la palabra.

–Giraste con la obra por México y España. ¿Cómo fue la recepción?

–En México nos fue genial y en España muy bien. Una vez en España, en la función gritaron: "todo es mentira". Uno a veces se pregunta qué derecho se tiene para contar cosas como las que cuenta la obra.

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Sin dudas se trata de un unipersonal atípico, algo que no se adapta estrictamente a lo esperable, porque "hay una especie de diálogo que el personaje mantiene consigo mismo", dice Palacios. "Pero el hecho de que haya un solo actor no implica que haya un solo personaje. Para mí el texto funciona como cajas chinas, con varios personajes entre sí. No se trata de un monólogo sino más bien de muchos roles dentro de una misma persona", dice.


Fuente: Tiempo Argentino

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