Agustín Alezzo: Jettatore...!


"El arte es una forma de vida"

El director estrenará Jettatore...!, mañana, en el Cervantes

Hay algunos nombres propios que resuenan casi automáticamente en la mente cuando uno piensa en teatro. El de Agustín Alezzo, maestro de maestros, es, sin dudas, uno de de ellos...

Abre las puertas de su casa y el vertiginoso ritmo citadino queda atrás. Allí, en ese pequeño micromundo de la calle Serrano reina un silencio pacífico. El ventanal del living ofrece una vista al jardín, prolijamente cuidado. Desde un rincón de esa amplia sala, sentado en una añosa silla mecedora, Alezzo ofrece una taza de café y se dispone a hablar, sin apuros, con LA NACION. "Yo estoy contento con el paso del tiempo. No estoy para nada asustado. El tiempo está ahí. Pasa inevitablemente, no hay remedio para eso, hay que aceptarlo -reflexiona-. Williams en una de sus obras dice que el gran enemigo del hombre es el tiempo. Pero luchar contra él no se puede. Pasa, quiera uno que sí, o quiera uno que no. Es mejor estar a su favor y no en contra, porque es una lucha estéril."

Este 2012 lo encuentra en favor del tiempo y, como es habitual en él, trabajando intensamente. Este viernes estrenará Jettatore...! de Gregorio de Laferrère, en la Sala María Guerrero del Teatro Nacional Cervantes. En esta obra, a la que considera "el primer vodevil" argentino, dirige a Mario Alarcón, Aldo Barbero, Lidia Catalano, Claudio Da Passano, Néstor Ducó, Malena Figó, María Figueras, Magalí Meliá, Miguel Moyano, Hernán Muñoa, Francisco Prim, Ángela Ragno y Federico Tombetti,

El clásico de Laferrère es la quinta obra dirigida por él que logra estar en cartel este año. Se suma a una selección de la que son parte: Viejos Tiempos, de Harold Pinter, que estuvo, hasta hace algunas semanas en El Camarín de las Musas; El Círculo, de Donald Margulies, que codirigió junto a Nicolás Dominici y que se presentó en El Duende, su teatro; Master Class, de Terrence McNally con Norma Aleandro, puesta que repitió la infalible fórmula con la que se presentó hace 15 años, y Los Justos, de Albert Camus, "una reflexión sobre el dolor humano" , a la que define como su gran desafío de este año.

"Pudimos abordar Los Justos y llevarla adelante con mucho éxito.Yo tenía mucho miedo de que a la pieza, en este momento, no le fuera bien de audiencia. Que el público no la recibiera, porque a la gente le gusta ver comedia, reírse y divertirse y ésta es una obra dramática . Pero ocurrió un fenómeno rarísimo porque la gente va, se emociona y habla de la actualidad que la pieza tiene -dice el director-. Después vino la posibilidad de hacer Jettatore...! en el Cervantes, que es un verdero placer, porque es un juego."

-¿Qué peso tiene Jettatore...! en la historia de nuestro teatro?

-Es un clásico, es de un encanto extraordinario. Yo creo que Gregorio de Laferrère ha sido nuestro gran comediógrafo, así como Sánchez y Discépolo han sido dos columnas dentro del teatro argentino. Jettatore...! es prácticamente el primer vodevil nuestro.

-¿Cómo elige a sus elencos?

-Yo trato de conocer lo más posible la obra y después trato de elegir los mejores actores para ellos. Yo no tomo pruebas. Nunca. Castings no hago, porque no me gusta hacer las cosas que no me gusta que me hagan a mí.

-En la ciudad proliferan cada vez más las propuestas teatrales, sobre todo en el circuito independiente. ¿Cómo evalúa la escena actual?

-Bueno, creo que eso quiere decir que hay actividad y, desde ese punto de vista, es muy bueno. Pero también hay un problema muy grave y es que esos espectáculos se hacen una vez por semana y los actores no pueden vivir de eso. Antes, te hablo de los años 50, 60, los espectáculos profesionales se hacían de martes a domingo. Hay mucha actividad ahora, pero desgraciadamente hay mucha gente que se queda viendo a Tinelli o cualquier otro espectáculo en TV.

-¿Ve televisión?

-No.

-¿Por qué?

-No me interesa nada de lo que dan. Entre ver televisión y leer un buen libro, prefiero un buen libro o ver una película.

-¿Cómo fue la experiencia de retomar Master Class?

-Fue muy grato. Trabajar con Norma [Aleandro] es un placer. Verla construir tan minuciosa y rápidamente aquel personaje que ella creo hace 15 años, sin perder un ápice de verosimilitud y brillantez. Creo que la versión que hicimos era exactamente la misma, pero en algunos aspectos mejorada. Más madura.

-¿Qué define un gran trabajo actoral?

-Cuando los actores permiten a través de ellos conocer ese personaje que están actuando profundamente. Nos abren un mundo, el de ese personaje, tan íntimamente que uno llega a conocer a los personajes como si los hubiera conocido en la vida.

-Ha sido maestro de grandes artistas, ¿hay algún alumno que recuerde especialmente?

-De los actores que han pasado por mis manos, en su primera formación, yo recuerdo una excepcional que fue Alicia Bruzzo. Única.

-¿Cree que el actor debe formarse con varios maestros?

-Es un error eso de ir de un taller a otro. No es la acumulación de distintos conocimientos lo que hace a un actor. No necesita treinta maestros, con uno bueno basta y sobra.

-¿Quiénes fueron sus maestros?

-Una sola: Hedy Crilla.

-¿El teatro es tanto como una forma de vida?

-Sí. Todo arte es una forma de vida. Y cualquier persona que sea artista no puede llevar una vida muy normal.

-¿Qué cosas lo obsesionan como artista?

-Las mismas de siempre. Cuando estoy montando un espectáculo, que eso sea algo vivo, que tenga coherencia, que esté bien actuado.

-¿Hubo alguna obra que sintió que no podía dirigir?

-Bueno, hay textos que si no he encarado, ha sido porque me sobrepasaban. Por ejemplo, una vez me propusieron hacer La ópera de los tres centavos, de Brecht, y yo dije que no, pero no porque la obra me pareciera mala, sino porque yo no la podía montar. Hay cosas que no son para uno.

-¿Cuál es el director teatral que más admira?

-Hay muchos directores que me gustan, pero si tuviera que elegir uno, me quedaría con [Ricardo] Bartís. A mí me gusta la gente que hace cosas buenas, pero que yo no haría nunca, porque no se me ocurrirían. Y las cosas que hace Bartís me parecen muy buenas, pero no se me ocurriría hacerlas. Y yo valoro eso.

Fuente: La Nación

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