Pezones mariposa

Lorenzo Quinteros sumó una función por interés del público

Lorenzo Quinteros debió agregar una función de "Pezones mariposa", la obra que protagoniza y que provocó el entusiasmo del público local durante la 27a. Fiesta Nacional del Teatro, que se realiza en La Rioja y finaliza el domingo.

Si bien varios directores y docentes visitantes han plantado sus talleres o conferencias -César Brie, José María Muscari, Ernesto Suárez y se espera a Rafael Spregelburd-, Quinteros es el primer actor de relevancia nacional que subió a un escenario de la Fiesta, con el prestigio que le da su conocimiento público a través de la TV, el teatro y el cine.

"Pezones mariposa", un texto colectivo que tiene el sello de Bernardo Cappa, se estrenó en Buenos Aires en enero de 2011 y ha vuelto a representarse en la actualidad, siempre con Fernando De Rosa y Darío Levy en los personajes de apoyo.

Pieza que parece ubicarse diez o quince años atrás por su estética y espíritu, tiene a Quinteros como el bufetero de un club de fútbol suburbano en franca decadencia, soñador de viejos tiempos y, como buen chanta, entrenador de un jugador fuera de estado que quiere vender a un equipo boliviano.

El hombre memora sus remotas glorias futbolísticas y el pasado fastuoso del club, que llegó a tener grandes bailes con orquestas típicas y hasta pileta de natación, y en la actualidad se ve reducido a un club de patinaje.

Para empeorar las cosas, un directivo intenta despojarlo de su negocio, pero es tanto el delirio que aletarga al trío que cada uno vive en su mundo, con versiones cruzadas y contradictorias de las cosas, por lo que la realidad no avanza.

La pieza muestra los entresijos más miserables de una institución deportiva de barrio -decadente y anacrónica como la misma escenografía que hiere el ojo-, que el director Cappa, hijo del director técnico Angel Cappa, parece conocer bien.

Lo que queda en el público, que festejó muchas salidas de esta comedia asainetada, es la desolada existencia de esos miserables de seso elemental que en sus pequeñeces sólo pueden zafar a caballo de imposibles.

Quinteros hace crecer su ambiguo personaje -soñador, tosco, ventajero, dulce, irritante- desde el balbuceo ininteligible del principio hasta la organización de una fiesta para recibir al equipo femenino de patín, y De Rosa es el acompañante ideal como el adiposo jugador, en tanto Levy tiene buenos momentos en la evocación de sus amores perdidos.

También quedó gente afuera en la presentación de "Fantasmáticas", por el grupo Ciertas Mujeres de Teatro de Arte, de San Juan, que con texto y dirección de Tania Leyes presentó a tres actrices ya fuera de actividad que se sienten recluidas en lo que llaman "un teatro de mala muerte".

Como en la fantástica "El fin del día", película francesa de Julien Duvivier de 1939, la decadencia exterior está muy lejos de invadir a esas mujeres en las que la fiebre creativa las empuja a seguir, incluso hasta el desequilibrio y la locura.

Con muy convincentes trabajos de Marta Moya, Ruth Ovin y Estela Rodríguez, en apenas 50 minutos la pieza logra escapar, a fuerza de sensibilidad, a lo que podría haberse transformado en un ejercicio melodramático autoindulgente.

El problema de la capacidad de las salas no es nuevo en las Fiestas del Teatro que cada año se celebra en alguna capital del país, donde los públicos locales se sienten convocados por un fenómeno efímero, pero tampoco es insoluble.

En La Rioja hay que sumar a acreditados de prensa y miembros de otros elencos al público que paga legítimamente su entrada y exige con todo derecho ubicación y puntualidad de horarios, algo que a veces falla a pesar de la voluntariosa tarea del personal de la Secretaría de Cultura local.

Podrían agregarse segundas funciones de aquellas obras con más convocatoria, pero también los directores deberían equilibrar sus preferencias artísticas bajo el supuesto de que el teatro es para ser visto.

Fuera de aquellas salas tradicionales con butacas fijas -en La Rioja hay dos y muy cómodas- en otros casos las puestas acotan los espacios y dejan enormes lugares detrás de las gradas móviles para usar parte de la platea restante, y aún los pasillos, para algún breve episodio.

Fuente: Télam

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