Paco Giménez: Lomodrama


El acto en cuestión

Con su personal sentido del humor, el dramaturgo y director cordobés define su último trabajo, que se estrena en Timbre 4, como “un butoh criollo” o “un juego lomodramático”.

Sobre el paso del tiempo, especialmente sobre la huella que el calendario deja en el cuerpo y en las relaciones afectivas, trata Lomodrama, obra del cordobés Paco Giménez que hará un ciclo de funciones en Timbre 4 (Boedo 640). Se trata de una obra performática en varios cuadros en la que no hay personajes sino –como el director mismo subraya– “actores que ponen el lomo al servicio del teatro”. Con su personal sentido de la ironía y el humor, Giménez define éste, su último trabajo, como “un butoh criollo” o “un juego lomodramático”. En conversación con Página/12, el director explica: “El cuerpo llega ya dramatizado a escena, la piel es lo más profundo y está cargada de inconsciente: a partir de esas premisas, dos actores despliegan en la escena despojada una particular relación con el espacio y los objetos”. Así, los cuerpos de Graciela Mengarelli y Oscar Rojo (dos actores de larga trayectoria en La Cochera, el grupo que Giménez dirige en la capital cordobesa desde hace 27 años) serán expuestos en un juego dramático cuya autoría es colectiva, en tanto los propios actores, el director y la investigadora Silvia Villegas firman la dramaturgia. “Graciela y Oscar traen a escena el cuerpo para ser interceptado por el teatro y vivirlo, celebrarlo y convertirlo en acto político, existencial y poético”, considera el director.

Con este estreno, Giménez estará presente por partida doble en la cartelera local: Lo último que se puede esperar, performance de su grupo porteño La Noche en Vela, continúa sus funciones los sábados en Patio de Actores (Lerma 568). Es que el director no solamente coordina varios grupos teatrales en Córdoba –como el mencionado La Cochera, integrado por los primeros alumnos que formó en su escuela, o Los Delincuentes y Los que Dijeron Oh!– sino que, desde 1992, mantiene este grupo en Buenos Aires, con el que estrenó una gran variedad de espectáculos. Fiel a su singular forma de trabajo, Lo último... también podría pensarse como un “juego lomodramático” que, en este caso particular, “pone en escena una suerte de cambalache de imaginería teatral sobre el fin del mundo, sus propios ancestros, sus temores y creencias, sus signos, mitos e ideas”.

–¿Todas sus obras pueden definirse como “juegos lomodramáticos”?

–Me gusta pensarlo así. Mis obras, que son las obras de los actores, no colocan en escena el cuerpo civil sino el otro cuerpo, jugador malévolo que se mueve adentro y quiere salir. Estas son palabras tomadas del francés Valère Novarina y con ellas me identifico. Graciela Mengarelli y Oscar Rojo no actúan en este espectáculo sino que se ejecutan. Hacen teatro porque hay algo que no pueden soportar. No construyen personajes, se descomponen. Intentan que aparezca la verdadera carne.

–Sus obras abren incesantemente temas, estéticas, historias personales. En los ensayos, ¿cómo va encontrando cada cosa su sitio?
–En los ensayos se hacen presentes el azar, la necesidad y el querer. De las charlas desprevenidas, de los recuerdos que tengo de los actores desde hace 27 años, de la costosa actualidad y de gustos personales saco procedimientos y condimentos, recursos para amalgamar y emulsionar los materiales que proponen los actores. También las conceptualizaciones y asociaciones de Silvia Villegas (investigadora que trabaja junto al director desde 2000) dimensionan y dan cuerpo intelectual a lo que va apareciendo y, con sus registros, almacena aquello que puede ser útil. El arreglo y el acomodo de las cosas siempre pasan por la aduana del colectivo teatral, y no encuentra descanso hasta después del estreno.

–¿Es difícil descartar material?

–Siempre cuesta, porque en lo que se desecha puede estar la clave de lo que falta. En Lomodrama pocas cosas no entraron, y en otros espectáculos cometí el pecado del exceso y la desmesura.

* Lomodrama, Timbre 4 (Boedo 640). Funciones: 9, 10, 16 y 17 de junio. Los sábados a las 21 y 23, y los domingos a las 19 y 21.

Fuente: Página/12

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