La mujer justa y El último encuentro


Márai, del libro al escenario

"Esto es para una obra de teatro", pensó Graciela Dufau cuando terminó de leer La mujer justa , una novela que plantea tres puntos de vista diferentes sobre una misma historia de amor: el de la esposa que descubre por casualidad una gran pasión que oculta su marido; el del hombre que habla sobre su deseo y su posterior desilusión; y el de la amante, que cuenta detalles de su conquista y de su traición. Tres monólogos estructurados de manera tal que el lector pueda apreciar el triángulo amoroso desde todos sus vértices.

Convencida de que allí había una pieza dramática con potencia teatral, Dufau comenzó a trabajar en la adaptación junto con su marido, el director Hugo Urquijo. Durante los últimos cinco años escribieron once versiones. La obra, que lleva el título del libro, se estrenó en Buenos Aires en abril con la dirección de Urquijo y las actuaciones de Dufau, Andrea Bonelli y Arturo Bonín. Apoyada por el público y la crítica, La mujer justa continúa en cartel los viernes y sábados en el Centro Cultural de la Cooperación.

Dufau no fue la única que imaginó que los protagonistas de esta historia de amor y desengaño podían trasladarse del papel al escenario. Lo mismo pensó el escritor catalán Eduardo Mendoza, autor de la versión que se estrenó en 2011 en España y se presentó a sala llena en Madrid y Barcelona.

Algo similar sucedió con El último encuentro , la novela más conocida de Márai, llevada al teatro por el guionista y director inglés Christopher Hampton, responsable de la adaptación cinematográfica de Expiación , de Ian McEwan, y de Las relaciones peligrosas , de Choderlos de Laclos, que adaptó para cine y teatro.

Jeremy Irons protagonizó la puesta teatral de El último encuentro estrenada en Londres, que recorrió Gran Bretaña. La obra llegó a América Latina. En Chile, Uruguay y la Argentina se mantuvo en cartel varias temporadas.

El proyecto local, estrenado en 2009, fue impulsado por Duilio Marzio. El actor, fanático de Márai, hacía tiempo que quería representar la novela en teatro. Para eso convocó a la directora Gabriela Izcovich y a sus colegas Hilda Bernard y Fernando Heredia. Con una mirada más fresca y un lenguaje menos solemne que el de Hampton, Izcovich le dio a la obra cierta vitalidad y agregó algunas referencias teatrales propias de su estilo. Por ejemplo, en una escena, un actor da una indicación al iluminador de la sala; en otra, un personaje rompe la cuarta pared y se dirige al público para hacerlo cómplice de una confesión inesperada.

Al igual que Dufau con La mujer justa , Marzio encontró en El último encuentro un conflicto dramático potente, capaz de trascender del universo del papel y llegar al de las tablas.

Fuente: La Nación

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