Antonio Gasalla

Gasalla: "Todos quieren ser Susana o Tinelli"

El capocómico no se calla nada y habla sobre todo: el Gobierno, las mediáticas, las divas, los divos y por qué prefirió decirle que no al conductor de ShowMatch



Es puntual Antonio Gasalla. Y llega impecable al restaurante de Recoleta que eligió para esta entrevista, a metros de su casa. Es cordial, charlatán, reflexivo. Responde como si nada lo apurara, a pesar de que tiene la agenda repleta. El viernes 16 reestrena en Mar del Plata Más respeto que soy tu madre, un increíble éxito que ya lleva dos años en cartel, siempre a sala llena. El suceso es tan grande que Gasalla tiene armada la segunda parte de la obra, para la que convocaría a Noelia Pompa.

-¿Qué explicación tiene este éxito?

-A este pueblo le encanta escuchar hablar de las cosas que le pasan. A la salida del teatro, me esperan las mujeres. Y me dicen: "es mi familia", "soy yo", "mi hijo también se droga", "a mí tampoco me habla mi marido"... Uno cree que la historia es exagarada, pero resulta que la gente se identifica mucho.

-Sobre todo las madres, parece.

-Es que las mujeres, en la clase media baja, sacan una madre coraje de adentro para alimentar a los chicos, para defenderlos y hasta para salir a robar. La madre fue siempre el motor de la familia.

-¿Cómo era la tuya?

-Yo nací con la Segunda Guerra Mundial, fui chico entre finales del 40 y principios del 50. Era otro mundo. Y el rol de la mujer era otro. Mi mamá tenía un sombrero para ir a la misas y a los velorios. Mi papá se ponía traje y corbata

-¿Por qué siempre te volcaste a hacer personajes femeninos?

-Las mujeres son más ricas para contar historias. Y también son yeites de los actores, te sale bien algo y lo empezás a explotar. Hay un montón de conflictos muy importantes que en los últimos años han tenido como protagonista a la mujer. Que se abra camino, que trabaje, que tenga independencia, que pueda decirle a un hombre "andate" y buscar otro... En cambio, el hombre sigue igual, incluso perdiendo un poquito del terreno que tenía antes de supremacía sobre la mujer. Paralelamente, la mujer empezó a usar su cuerpo como un arma conscientemente, porque antes era un pichoncito a merced de los hombres que le decían de todo. Ahora, una mujer va a trabajar vestida de una manera...

-¿No pensás que a veces se la trata como un objeto?

-Eso está repartido entre los hombres y las mujeres. Las mujeres han hecho un culto de sí mismas, sobre todo las más conocidas. Se han animado a operarse, a lipoaspirarse, a cambiar de hombre, a ponerse extensiones hasta la raya de la cola... Y muchas se han ido convirtiendo en un objeto de deseo. No les echo la culpa de provocar, pero ellas agarraron ese lugar, no se las puede ver nada más que como víctimas. Todavía habrá muchas sometidas por su marido, por ejemplo, vos escuchás hablar a la Mole Moli, con todo respeto, las cosas que dice de la familia... Pero hay que entender, es un pueblo, viven así y de alguna manera tampoco está mal tener una mujer que te cuide los hijos y viva para vos y vos para ella. No hay un único modelo.

-Pareciera que en cuanto a lo estético, sí, sólo se ven chicas lindas.

-Hoy en día se puso de moda eso en televisión: si la mujer no está buena y es un bagayo no la invitan. Fijate que ya se decretó que la Ritó está acabada. ¡Y está en lo mejor de su edad! Pero te lo van metiendo en la cabeza hasta que te convencen.

-¿Eso no está mal?

-Es culpa de la televisión que está todo el día con una crítica constante. Y eso termina siendo irritante cuando la gente lo lleva a su propia vida. La televisión se dedica últimamente a largar chismes todo el tiempo... Es más barato. Y esto es un negocio. Podés ser Gardel pero si no anotás puntos, ¡a la calle! Y si alguien venía teniendo 30 y ahora hace 22, ya fracasa.

-¿Aceptarías hacer un programa de escándalos o chismes?

-No, no me sale. Hay cosas que vienen con uno. Yo me formé para actuar. Actúo hace 53 años. No concibo pelearme en el trabajo. Y siempre tuve el rol de mando. Dirijo, escribo, elijo a la gente. Llegué a tener 30 personas en una revista. Y nunca hubo un problema en un elenco mío.

-¿Por qué tiene tantos problemas Carmen Barbieri?

-No sé. Pero cuando tenés un grupo de gente sabés los límites que debés poner.

-¿Vende entradas el escándalo?

-No. Yo no creo que la gente vaya por la calle con 200 pesos a ver quién se peleó más para ir a verlo. Además, siempre se habla de pelea y la palabra "pelea" viene de "pelos", de "agarrarse de los pelos".

-Bueno, Alfano le pegó un cachetazo a Pachano.

-Me hablás de un programa que necesita de la confrontación.

-¿Por qué nadie le echa la culpa a Marcelo Tinelli de esa violencia?

-Porque tiene éxito, es el golden boy. Es el hombre que todos quieren ser y el que todas las mujeres quieren tener. Igual que Susana. Ella es lo que todas las mujeres quieren ser. Quieren tener su plata, su capacidad de elegir, la aprobación de un pueblo entero... Todas quisieran tener la autonomía de vuelo que tiene ella, el poder que le da el trabajo, la cantidad de plata para disponer de lo que quieran. Susana y Tinelli son nuestros dos dioses. Hay artistas que influyen mucho sobre su generación. Shakespeare influyó sobre la suya. Lo que pasa es que ahora... no hay tanto Shakespeare.

-Susana no confronta con nadie.

-Nunca. Y eso que tiene su carácter. Pero ella entendió esto que armó, ese personaje que la gente ama... Lo mismo que Tinelli. El tiene miles de cuidados para hablar con la gente. Es uno de los más educados, de los más centrados y Susana arrastra ese castigo que arrastran las mujeres de ser un sex symbol y tener que mantener la belleza a ultranza.

-Lo que se le puede criticar a Susana son algunos de los hombres que tuvo.

-Mirá, yo te lleno de plata, te compro varios pisos en Miami, te pongo un auto blindado y sos otra. Te cambia la vida. Es distinto poder entrar a Tiffany's y comprarte un brazalete de brillantes.

-¿Vos podés hacerlo?

-Sí.

-Y no estás tan cambiado.

-Bueno, yo tengo otras prioridades. Y no tengo que seducir a nadie con mi presencia. Nadie me viene a ver por mi belleza. Me cuido, sí: hago terapia ortomolecular, gimnasia, pilates... Ya voy a cumplir 71 años y a veces estoy más de cuatro horas arriba del escenario. Necesito estar en forma.

-¿Hasta cuándo querés actuar?

-Eso no se elige: actuar es algo orgánico. Y también es una adicción. El escenario es una droga, con el público a los gritos, parado, aplaudiéndote... Es difícil de medir. El escenario para un actor es el momento de mayor plenitud del día: que haya mil personas viéndote, entendiéndote, riéndose. Que la sala estalle. Y por otro lado, este es un pueblo que devuelve mucho. La gente me para en la calle, me habla.

-¿Sos simpático?

-¡Yo sí! Hablo con todos. A mí la gente me cuenta historias. Sobre todo de su familia, porque en general yo hago esos personajes.

-¿Vos tenés tu propia familia?

-No, ¡nací de un repollo!

-Bueno, parecés muy solitario.

-¡No soy solitario para nada! Esas son cosas que inventa el periodismo. Yo tengo miles de amigos. Tengo un hermano, tengo sobrinos, pero para ustedes soy solitario y tengo mal humor.

-¿Por qué será?

-Y bueno, porque si vos no sos amoroso, divino y no aceptás hacer una nota a las siete de la mañana, empezás a ser un sorete.

-¿Por qué vas tan seguido al programa de Rial?

-Porque me deja hablar. Converso. A esta edad no estoy para que me pregunten por las cosas del día anterior o chismes de los portales. Salen noticias todos los días y muchas no son ciertas. Me siguen preguntando por la pelea con Moria. Y yo con Moria nunca me peleé. Ella me mandó una carta documento, yo puse un abogao y chau. El tema no prosperó porque no había cómo hacerme un juicio.

-Vende mucho una pelea entre vos y Moria.

-Pero yo no vendo nada de mi vida. No lo vendo porque no te lo pagan. Si fuera como en España, que te pagan por una nota 150.000 euros, bueno. Una vez acepté hacer una nota para la revista Caras, me tuvieron con cuatro perchas en Punta del Este desde las dos de la tarde hasta que se puso el sol de acá para allá. En un momento les dije "me esperan un minutito, ya vuelvo". Y me fui a la mierda.

-Vas a lo de Rial, pero no a lo de Canosa, ¿por qué?

-En general, trato de no ir a los lugares donde hay un panel que se pone irritante y te dice de todo o no te cree lo que decís. Te llevan para pincharte y si no te enganchás, te vas y dicen "no remó nada". Hoy la tele se llenó de panelistas que se hacen los graciosos... hasta el chico del tiempo hace chistes.

-Hay humor en todos lados, ¿viste algo de stand up?

-¿Stand up? ¿Qué es eso? Yo nunca trabajé sentado. Hice monólogos de una hora parado. ¿Y es nuevo el stand up? Yo también hablé de nuestras costumbres. Ahora te cuentan cómo es ir en ómnibus y resulta que ellos hacen stand up y nosotros somos los cómicos viejos. Los que yo ví me aburrieron soberanamente, son graciosos de barrio. El día que alguno de esos tenga 50 años de primera figura, encabezando teatros, trabajando en los países en los que yo trabajé, que me venga a ver... Porque no me vienen a ver, deben tener miedo a contaminarse de lo que yo hago.

-¿Mirás tele?

-Sí, pero cuando veo que entra Ayelén Paleo otra vez, cambio. O cuando veo al chico Alé con setecientas novias, cambio. Viste que ya sabés lo que va a pasar.

- ¿Y cómo te llevas con los que aparecen en tele y súbitamente se hacen famosos?

-Las cosas cambiaron. Antes el trayecto era paulatino, ibas lentamente haciendo un camino de aprendizaje. Ahora podés ser nadie y en un minuto estás en la calle Corrientes. Eso ya no te lo puedo explicar. Es en lo que ha devenido la profesión. Cuando yo me recibí de actor, no había trabajo. Por eso mi generación es la que inventó trabajar en lugares chicos, café concerts... En esa época, los Gobiernos nos corrían porque teníamos el pelo largo. Ellos mataban gente a rolete y a nosotros nos perseguían por el aspecto. La Argentina es un país muy intenso que ha generado monstruos en el arte, en la ciencia, en la política... Un Perón no hay casi en ningún lado, te guste o no. Es un tipo que influye en el país desde el año 40.

-¿Está pasando algo así ahora con Cristina?

-No sé... Este pueblo necesita de una autoridad, por eso tenemos presidentes con tanto poder. Ni bien sube uno le dan superpoderes. Mirá Menem, hizo lo que se le dio la gana. Y nos parecía simpático, divertido y todas las mujeres estaban calientes con él. Cristina es una mujer con mucho carácter. Yo soy antitotalitarismo pero hay cosas que empezaron a pasar: aumentaron las jubilaciones, por ejemplo. Y hay cosas que salieron mal como las casitas de Schoklender.

- ¿Hay un enamoramiento con Cristina?

-Este pueblo es muy paternalista, necesita un gobierno de una persona y amarla. Cristina tiene mucha personalidad para aglutinar gente. Y creo que dibujaron muy bien el modelo.

-Dijiste que hace poco te llamó Tinelli para integrar el jurado, ¿vas a aceptar?

-No, yo no encajo ahí. Porque hay que hacer de uno mismo y yo no sé hacer un personaje de mí. Y por otro lado, no me interesa discutir. Podría hacerlo y degradarte hasta el último infierno. Pero trabajé mucho para no llegar a esos niveles. De la misma manera que no se puede amar de mentira, no se puede pelear de mentira. Entonces, ir en público, a enfrentarse con colegas, a decir las atrocidades más grandes... no.

-¿Cómo fue la vuelta con Susana?

-Me la reencontré en una fiesta, nos sentamos juntos y charlamos toda la noche. En un momento me dice: "¿no me hacés el último programa?" Bueno, te hago cuatro y no te cobro nada, le dije. A mí me encanta hacer ese segmento, ella se entrega a lo que venga. Pero bueno, la negociación no se dio de entrada y por eso no estuve.

-¿Sos amigo de ella?

-Nos conocemos hace mucho tiempo... Ella vive en un mundo muy particular y yo vivo en el mío. Hablamos por teléfono poco, la llamás y no la encontrás, quizás te atiende una secretaria, qué se yo. Pero cada vez que nos vemos hablamos tanto y tan rápido que hacemos cuentas atrasadas de todo lo que nos pasó. Y salir con ella es muy divertido, se saca el cartón y es muy simpática.

-Mirtha Legrand va a hacer una ficción, ¿cómo la ves?

-Me parece bien que vuelva a actuar. Es tan disciplinada y tiene una cabeza tan preparada que se va a saber de memoria hasta la medida del decorado.

Fuente: La Nación

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