Luciana Mosca y Gonzalo Mora: Imagen y semejanza


El espacio interior del ser

El espectáculo que esta pareja artística y en la vida real ofrece en el Circo del Aire es una mixtura de danza, teatro físico y artes circenses. Sin palabras, la dupla aborda la soledad, el amor y el encuentro entre dos personas.

Cuentan una historia. Narran su experiencia. Expresan sus sentimientos. Pero en Imagen y semejanza no hay una sola palabra: Luciana Mosca y Gonzalo Mora hablan de la soledad, del amor y del encuentro de dos personas, pero en su propio lenguaje: a través de una mixtura de danza, teatro físico y artes circenses. “Como seres humanos podemos estar en pareja, tener familia, y aun así somos solos”, reflexionan ante Página/12 sobre lo que los llevó a pensar esta obra. “Todo lo que nos pasa por dentro podemos comunicarlo, pero finalmente sigue estando adentro un lugar que cada uno vive como su espacio, en soledad. Ahí es donde ese ser humano es completamente abierto y libre. Cuando está con otra gente, uno ya cambia... Queríamos poder ver esa ventana, ese lugar de cada uno. De este hombre y esta mujer, con sus contradicciones y sus locuras”, coinciden sobre el espectáculo que vuelve a los escenarios los sábados a las 21.30 y los domingos a las 20.30 en el Espacio Circo del Aire (Chacabuco 629).

Cada uno tiene una forma de expresión, el mástil y la soga, y con ellas se atraen y se separan, se encuentran y desencuentran, se aíslan y coinciden, tanto en el escenario como en las alturas. Ambos acróbatas sostienen la obra con sus cuerpos, sus movimientos, sus gestos, en un escenario despojado, y hablan a través de los elementos circenses que los incitan a mostrarse heridos y reconfortados por la presencia del otro. ¿Cómo decir sin palabras? “Hablamos del encuentro porque nos conocimos en un festival de circo, y ese encuentro nos hizo volar, nos despertó las ganas de armar nuestros espectáculos”, explica Mora. “Siento que, por venirme de Chile, tener un hijo allá, acá en Buenos Aires entro en el enredo”, dice, y se hace un bollito mientras gira las manos sobre su cabeza. “Y en una de las escenas este personaje se enreda en la cuerda, hablando de eso que tengo adentro por haber cambiado de país. Esto es parte de mi vida y en la obra uno se exorciza de ese enredo. Siento que estoy menos enredado que cuando estrenamos la obra”, revela.

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