Jorge Dubatti: Las Translatinas


Balance de una semana a puro teatro

El festival de Bayona, que tuvo como invitada de honor a la Argentina, sirvió para que el público europeo aplaudiera en masa puestas de Veronese, Tolcachir, Brie, Mercurio, Spregelburd, García Wehbi y Pavlovsky. “Es una época de oro”, sostiene Dubatti.

En la ciudad del río y de los puentes, en este lugar maravilloso del país vasco-francés, el festival Las Translatinas, dedicado al teatro argentino, se despide después de una semana de lecturas dramatizadas, debates, presentaciones de obras –algunas tuvieron que agregar funciones, como Dolor exquisito, dirigida por Emilio García Wehbi–, conferencias, una exposición de fotografías de Marcos López y aperitivos críticos. En el tejido irregular de las estrechas calles de Bayona, en cada sala, café o bar que tiene adherida en la puerta o las ventanas la programación del festival, se respira teatro. En las sobremesas del almuerzo o la cena no hay que hacer mucho esfuerzo para escuchar nombres que se cruzan en el aire y se repiten como un glosario: Daniel Veronese, Claudio Tolcachir, César Brie (en su quinta visita por estos pagos, en donde juega de local), Sergio Mercurio, Rafael Spregelburd y Eduardo Pavlovsky. Jorge Dubatti carraspea para aclarar el tono de su voz campechana y amable. El crítico, profesor universitario y autor de numerosos libros y ensayos, despeja con la mano izquierda una de las mechas rebeldes de su pelo largo recogido con una colita. En la apacible modulación de las palabras se puede sentir las pisadas de su pensamiento. “Esta es una época de oro del teatro argentino, un período de una singularidad y una riqueza nunca antes vista”, le dice a Página/12.

El autor de El teatro sabe y El convivio teatral, entre otros títulos, advierte que se identifica como “época de oro” del teatro argentino los comienzos del siglo XX, con Gregorio de Laferrère y Florencio Sánchez, pero Dubatti repasa lo que ha sucedido a partir de 1983 y pone en duda ese remoto pasado de oro. Para ahondar en su planteo echa el ancla en nombres capitales del teatro de la posdictadura como Ricardo Bartís, Mauricio Kartun, Spregelburd y Veronese. “El teatro argentino, especialmente en la pieza Postales argentinas, de Bartís, es el lugar donde la Argentina comienza a aceptar que murió, que después de la dictadura ya no existe, que se disolvió, que no es lo que era –explica–. Lo que existe es una idea mítica de la existencia del país. Vamos al teatro a reconocer que la Argentina ya no existe y a exorcizar ese sentimiento en los cuerpos vivientes. Es una sensación tremendamente paradójica pero a la vez tan hermosa porque es la primera vez que el teatro argentino cumple esta función.” Después de esta muerte, aclara Duba-tti, no se ha definido aún la constitución de otra entidad. “Lo que se observa es un fenómeno de constelación, de diversidad, de multiplicidad, de ‘cada loco con su tema’, y especialmente la ruptura de la cadena de transmisión de experiencias, un fenómeno que me fascina”, admite el crítico y estudioso del teatro argentino.

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