El último pasaje


Nota del 11 de febrero

El último pasaje

Estuvieron en Barrancas de Belgrano, San Telmo y el lunes se presentan en la Plaza Armenia, de Palermo Viejo. Silvia y su hija, Julieta Bal, están en el elenco. La odisea de hacer teatro callejero.

Ya casi es la hora y Silvia Pérez está encarcelada en su camarín. La milonga en la plaza terminó y el público está esperando que empiece El último pasaje, de Marisé Monteiro. Si la actriz saliera, la gente la vería y se perdería el encanto. Porque el camarín no es una habitación convencional. Se trata de una improvisada carpa que se montó en Barrancas de Belgrano, al costado de un escenario. En ese pequeño lugar se prepara todo el elenco, que no son demasiadas personas, pero que, entre el piso de tierra y las paredes de tela, hacen multitud: Silvia Pérez, su hija, Julieta Bal, Carlos Fernández y Jorge Varas.

Encima de unas sillas de plástico los actores dejan sus bolsos y en ese reducido espacio se cambian. "Uno se acostumbra a todo. Yo me caigo todo el tiempo, siempre. Pero te arreglás", comenta Silvia. En una mesa descansan muchas botellas de agua. Es que de alguna manera hay que enfrentar al verano porteño. La obra forma parte de un ciclo del Gobierno de la Ciudad.

Cuando los actores ya se vistieron, llega la hora de colocarles el micrófono. La que más problemas tiene en esta etapa es Silvia: "Esta es la parte en que me torturan", dice mientas reniega con los técnicos. Casi ni se la ve, porque está con la cabeza para abajo y el pelo le cubre la cara.

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